Tomar la palabra. Hablando solos.

- Agustín Ramos - Saturday, 13 Dec 2025 21:54 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Como el orador comenzó con una reverenda pendejada, el discurso inicial (y único) duró menos de dos minutos.

Como el orador comenzó con una reverenda pendejada, el discurso inicial (y único) duró menos de dos minutos. El auditorio de la Prepa estaba lleno de perros (así les decían a los de nuevo ingreso) que iban a recibir la bienvenida. Ellas de moño y minifalda, ellos pelones o de cachucha debido a las novatadas. Los convocantes eran jóvenes relamidos, que vivían en las colonias Lindavista, Industrial, Tepeyac y otras cercanas a la Basílica de Guadalupe.

“Respetados condiscípulos, hay una conjura contra los más sagrados valores de la patria, estén atentos al peligro rojo, porque abundan los agitadores, llámense comunistas, maoístas, trotskistas, socialistas…” Los de las filas de adelante se pusieron de pie, empezando así un desalojo que hasta parecía planeado. Los organizadores pertenecían al MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación).

El del micrófono, al ver que se quedaba hablando solo, nomás atinó a decir “Gracias, compañeros, esperamos que así lo hagan.” Los asistentes venían llegando de la secundaria y esa fue la primera asamblea de su vida. Pero unos cuantos sabían de esos enjuagues porque venían de prevocacionales del IPN, y fueron los primeros en levantarse de las butacas e ir a los pasillos de salida. Aún no ocurría la matanza del 10 de junio, pero la del 2 de octubre
estaba fresca.

Imaginemos hoy una asamblea en un auditorio repleto de bachilleres que van ahí por primera vez. Si alguien en el escenario dijera, “¡Compañeros, en México hay una deriva autoritaria, el narcogobierno dictatorial y represor del cínico y corrupto López, que ejerce el poder detrás de la presidente Chenbam, está destruyendo las instituciones, la democracia y la división de poderes!”, lo más probable es que ese alguien se quedaría hablando solo. Pero este discurso es como el goteo del agua en la piedra.

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Cuando Jair Bolsonaro ganó las elecciones en Brasil, Noam Chomsky comento más de una vez: “Lula sacó a decenas de millones de la pobreza, redujo dramáticamente la desigualdad y, sin embargo, gran parte de esa misma población votó por un fascista abierto.” Así ilustraba el impacto de la propaganda en la voluntad del electorado, basando su observación en más de treinta años de estudios sobre propaganda derechista; estudios que actualizó, añadiendo la judicialización de la política y la proliferación de plataformas digitales.

Para volver a gobernar Brasil, Lula no sólo debió sobreponerse a su encarcelamiento y a una guerra legal y mediática (“espectacular” y “de proporciones históricas”, dijo Chomsky), sino que además hizo concesiones significativas a los poderes fácticos y sufrió el asalto al Congreso por parte de Bolsonaro, entonces candidato perdedor.

Aunque Donald Trump le pone matices grotescos, el intervencionismo de EU en Latinoamérica no es nada nuevo. Hoy asedia cruentamente a Venezuela, amaga a Colombia y a Brasil, ofrece “ayuda militar” a México y se entromete en las elecciones de Argentina y Honduras.

La parte blanda del fantasma golpista que recorre el mundo son las guerras legales y de propaganda, las intromisiones más o menos encubiertas y un diseño electoral tendiente a establecer bipartidismos funcionales o, de plano, a imponer gobiernos peleles. Pero lo más grave es que esta escalada global no tenga ninguna respuesta conjunta.

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, por ejemplo, se quedó hablando sola cuando, el 27 de enero de 2025, propuso una cumbre urgente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, para enfrentar articuladamente las violentas redadas con las que Trump estrenó su segundo período presidencial l

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