Artes visuales. Gabriel de la Mora: la exquisitez en la transformación

- Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx - Saturday, 13 Dec 2025 21:47 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Gabriel de la Mora (CDMX,1968) ha destacado por un corpus de obra ecléctico, visualmente muy atractivo y absolutamente sorprendente que resulta de muy difícil clasificación. El Museo Jumex presenta la exhibición La petite mort

 

Gabriel de la Mora (CDMX,1968) ha destacado por un corpus de obra ecléctico, visualmente muy atractivo y absolutamente sorprendente que resulta de muy difícil clasificación. El Museo Jumex presenta la exhibición La petite mort integrada por una selección de casi un centenar de sus obras más emblemáticas realizadas a lo largo de las dos últimas décadas. Se trata de una exposición imperdible que ha fascinado al público por la versatilidad de las propuestas formales y el ingenio asombroso de los procesos técnicos y conceptuales en obras de una profunda complejidad. Es de agradecer a la Fundación Jumex que nos haya regalado este año dos magnas muestras ‒la presente y la de Gabriel Orozco‒ que dan cuenta de la vitalidad y pulsión creativa de impronta muy personal y altamente propositiva de nuestro arte contemporáneo.

El sugerente título de la muestra ‒La petite mort‒, “la muerte pequeña”‒ elegido por el curador Tobías Ostrander es un eufemismo francés para referirse “a un orgasmo y al sentimiento de abandono o pérdida que puede provocar el placer físico en su punto álgido”. Y es que vida y muerte, deseo y erotismo, presencia y ausencia, son conceptos que reverberan a lo largo del trabajo poético y enigmático de Gabriel de la Mora, entreverados por el fino hilo conductor de las dicotomías pérdida-transformación/permanencia-desaparición. “El arte ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma”, expresa el artista y nos revela su inagotable fascinación por experimentar con materiales no convencionales que van desde el objet trouvé y toda suerte de cachivaches coleccionados en mercadillos, despojos de viejas casonas abandonadas o residuos de deshecho y objetos en desuso reciclados, post-its y papeles quemados, hasta fragmentos de elementos orgánicos como cabello humano, alas de mariposa, cáscara de huevo, plumas de aves, o partículas de andesita y obsidiana, entre muchos otros. La pintura y la escultura son trastocadas para devenir obras híbridas, inclasificables, que posibilitan lecturas abiertas que incitan al espectador a dejarse llevar por infinitos
laberintos de posibilidades. Así lo manifiesta
De la Mo
ra: “No me considero pintor, escultor, dibujante, ni fotógrafo; reducir el arte a una técnica me parece injusto. Soy un artista que trabaja con ideas, posibilidades y conceptos, en donde cada obra pide una técnica particular.” Vamos descubriendo las múltiples fases de obras extrañas realizadas con pedacitos de esferas de vidrio, cerillos y los laterales usados en sus cajas, los bordes de las planchas de impresión offset, telas de altavoces antiguos, suelas de cuero de zapatos usados, en fin, un caleidoscopio de materiales inimaginables que conforman composiciones de una factura impecable y una finísima calidad estética. Resulta inconcebible entender cómo construye sus mosaicos de pequeños fragmentos de alas de mariposa o plumas de aves teñidas con tinta dispuestas en perfectas estructuras geométricas, en las que la mirada del espectador queda cautivada por el ritmo de la repetición y el movimiento de la iridiscencia. ¿Cómo imaginar una obra realizada con 467 mil 685 fragmentos de cascarón de huevo u 86 mil 054 diminutas piezas de obsidiana sobre una superficie de madera? El resultado a simple vista es una composición monocroma abstracta que remite al minimalismo más puro, pero al acercarse, el espectador descubrirá la belleza impecable de las superficies texturadas logradas a partir de una obsesión por la perfección, que es uno de los impulsos creativos de este artista. La noción de la petite mort se palpa a lo largo de todo el recorrido. Eros y Tánatos confabulan con Gabriel de la Mora en esta magnífica exhibición que es una experiencia estética que confirma que la muerte puede ser el inicio de un principio creador, un guiño al erotismo y a la sensualidad l

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