Carta a Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015)

- Luis Tovar - Saturday, 13 Dec 2025 21:36 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Querido Huguito:

Por supuesto recuerdas lo que Luis Buñuel dice al final de su autobiografía Mi último suspiro, de la que hemos hablado montones de veces: “Una cosa lamento: no saber lo que va a pasar. Abandonar el mundo en pleno movimiento, como en medio de un folletín.” Lo menciono porque también estoy seguro de que, como el genial autor de El ángel exterminador, todos estos años has lamentado no saber –peor todavía, no vivir– lo que ha pasado y pasa en México desde que, hace ya una década, cerraste tu carpa del Bazar de Asombros que es este mundo nuestro.

Pienso en lo que Buñuel dice a continuación: “Me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos. No pediría nada más” y, por las complicaciones que puede aparejar semejante acto, te propongo ser el sucedáneo de esos diarios y contarte las que, conociéndote, sé que son las nuevas que más pueden interesarte. Por favor disculpa la arbitrariedad y el desorden de este mínimo resumen:

Primero te cuento lo que, con toda seguridad, más habrías querido atestiguar por ti mismo: en 2018, tres años después de que te fueras, ganamos las elecciones a la Presidencia de la República, y subrayo el plural porque ese movimiento social te incluyó desde sus orígenes, tanto, que inclusive fuiste uno de quienes lo bautizaron. Ganamos la Presidencia y una parte sustancial del Congreso de la Unión, y aunque no alcanzó para modificar todas las leyes que hacían falta en el desmantelamiento del sistema neoliberal, sí se avanzó significativamente, sobre todo en la disminución de la desigualdad. No lo creíamos posible, pero por fin vimos llegar al poder una alternativa que muchos llaman “progresista” quizá por temor a decir llanamente “de izquierda”, si bien no faltan los puristas que no sólo regatean el epíteto sino que de plano se inflaman, indignados, porque según ellos la única izquierda queda mucho más… a la izquierda. Lo cierto es que, mucho o poco, pero la situación ha cambiado y sigue cambiando
para bien.

No te tocó vivir la pandemia por Covid 19, que de 2020 a 2022 nos metió a todos en casa y nos inoculó un miedo que lo detuvo casi todo. El riesgo de ser infectado y morir, el confinamiento durante días, semanas y meses que sumaron más de dos años y medio, nos volvió a recordar esa lección que, visto el asunto en perspectiva, como de rebote me hizo –y me hace– volver a pensar en tu poesía, en la que básicamente invitabas a la vida, al placer y a la búsqueda de la Gracia. Se supondría que la pandemia nos haría más sabios, pero tengo la sospecha de que ni siquiera nos volvió más precavidos, cosa que no podrá verse en el futuro próximo sino hasta cuando la mayoría de los hoy presentes te hayamos alcanzado.

Pero volviendo a temas venturosos te cuento que concluido ese primer sexenio de lo que hoy se conoce como la Cuarta Transformación, 4T o Cuatroté, sólo comparable al que comenzó en 1934, es decir el mismo año de tu nacimiento, volvimos a sonreír –como decía nuestra querida Chaneca Maldonado– porque volvimos a ganar: ahora fue Claudia Sheinbaum, que como jefa de Gobierno de la Ciudad de 2018 a 2024 no lo hizo nada mal, quien llegó a la Presidencia. Así es, querido Huguito, hoy tenemos una Presidenta, con “a”, encabezando al gobierno federal. Eso te hubiera alegrado sobremanera porque, sin necesidad de reflectores ni aplausos, tu cercanía con el feminismo era de práctica y no de discurso; lo ejercías, y al hacerlo me lo enseñabas, al frente del suplemento, donde la voz y el aliento femenino siempre han sido la mitad de la sustancia.

Eso me lleva, naturalmente, a contarte acerca del mundillo intelectual, cultural y literario, en el que para ser sincero no hay grandes novedades: siguen el ninguneo, las capillas, la confusión convenenciera entre calidad y éxito, el ansia de presencia y el resto de las taras que conoces bien. La novedad más destacable, quizá, sería que con tu partida quedamos más descabezados que antes. Ya se habían ido tus amigos Monsi, Pitol, José Emilio, Gelman, Chema Pérez Gay, y de verdad te digo esto: siguen siendo insustituibles, y algunos de quienes han querido tomar la estafeta son, por decirlo con amabilidad, insuficientes, y sin amabilidad unos mediocres oportunistas. Omito nombres para no cebarme en el escarnio, que fue otra de las lecciones que aprendí de ti.

Concluyo contándote que el suplemento, tu querida Jornada Semanal, sigue siendo eso que forjaste: un espacio para la pluralidad, en donde quepan todas las propuestas siempre que tengan algo que ofrecer a los lectores, incluidas no por cuotas ni por cuates, sino por su calidad y por la honestidad de su postura como parte del fenómeno cultural mexicano e internacional. Quiero imaginar que varios números te habrían gustado mucho y que, de haber ido hasta el quiosco por tus ejemplares, ahora estarías leyéndolos con una sonrisa de satisfacción. Lo único que les faltaría, y voy a lamentarlo siempre, es tu Bazar de Asombros.

Te dejo por ahora, Huguito querido, pero me
quedo con tus Soles griegos, tu Georgetown Blues,
tu Buscado amor, y te doy un abrazo fuerte
y grande
l

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