Bemol sostenido. San Pascualito Rey, salgamos de aquí.
- Alonso Arreola @escribajista - Saturday, 13 Dec 2025 22:05
La primera vez que vimos y escuchamos a San Pascualito Rey fue en el Zócalo capitalino, aquel domingo primero de diciembre de 2002, durante un concierto por el Día Internacional de la Lucha Contra el Sida. Lo tenemos claro porque tocábamos en La Barranca y compartíamos el escenario con ellos, La Lupita, Guillotina y Dragón Zaga. Fue una sorpresa y el inicio de una amistad sincera.
Nacido con el Milenio, muchas cosas ocurrieron para este grupo de Ciudad Satélite al paso de veinticinco años. Siete discos notables, numerosos festivales, videoclips y colaboraciones que los dejan en un punto de madurez peculiar, listos para desintegrarse el día de hoy, 14 de diciembre de 2025, cuando se levanten sabiendo que horas antes, en un club de Izcalli, han dejado de existir.
Tal como se lee: San Pascualito Rey, una de las bandas más originales e intensas del rock mexicano, se extingue por iniciativa de su líder, voz y compositor principal, Pascual Reyes. Las razones son varias. Cansancio personal. Hartazgo de la industria. Llamado de otras sonoridades e inquietudes. Impulsos de la medicina tradicional. Sea como sea, celebramos su genio y tesón, pues nos dieron mucho.
Ahora bien, aunque todos sus integrantes continúen creando por separado, es cierto que con este silencio se profundiza una grieta nacida en la pandemia y sus algoritmos. Hablamos de la crisis que hace colapsar a tantos artistas en la clase media del negocio, lejos de quienes dominan el mainstream y de quienes emergen tímidamente. Eso creemos aunque, como dijimos, las razones de su separación sean variopintas.
Y aquí viene el plural. Pascual Reyes fundó esta banda con amigos entre los que estaba un cómplice mayor: el bajista Juan Morales. Así que, por un lado sonaba su voz indomable, de tesitura baja, cabalgando letras inteligentes y de inspirada síntesis y, por el otro, fluía la poderosa elegancia de un ejecutante que aprendió dos veces a tocar, luego de que un conocido accidente carretero le afectara la mano derecha, forzándolo a un estilo encomiable, increíblemente expresivo. A estos dos se debe el carácter que hace del grupo un reflejo trascendental del rock de México.
Empero, en la alineación actual suenan también Chepo Valdéz en la batería, Vicente Jáuregui en la guitarra líder y Giancarlo Bonfanti en los sintetizadores. El primero, Chepo, es un monstruo de la confiabilidad rítmica. Tan humilde como talentoso, en sus golpes se suman creatividad y discreción al servicio de una entrega regulada, incluso desde el dolor físico. En el segundo, Vicente, hay una tradición tímbrica y escénica que nos lleva a lo mejor del rock anglosajón. Escucharlo, verlo sobre el tinglado, siempre fue un privilegio. El último, Giancarlo, proyecta un manto de riesgo que se agradece; la psicodelia imprescindible para lo que se conoció como “dark guapachoso”. Ese género que sólo ha pertenecido a quienes supieron sonar junto a Juan Gabriel o versionar al Buki mayor, siempre desde la naturalidad.
En fin, lectora, lector, nos queda decirle que por carambolas del destino estuvimos en su despedida del Black Berry en la CDMX, así como en la del C3 de Guadalajara. Harto distintas, en ambas prevaleció una fuerza entrañable conducida por la nostalgia y el amor. Por ello, quede como cierre un listado de homenaje a quienes pasaron por las filas de San Pascualito Rey, aportando mucho más que manos, tolerancia y disposición. Músicos comprometidos sin los cuales su aire no hubiera sido el mismo, ni tan valioso: Chewie, Nexus, Jorch, Nelson, Haller, Evers, Luca, Chema, Alex, Rodolfo. Abrazo a todos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos l