La flor de la palabra
- Irma Pineda Santiago - Sunday, 26 Oct 2025 06:11
¿Que impulsa a un joven indígena de diecisiete años, a dejar la escuela y tomar las armas para cambiar las cosas en este país? Acaso la rabia que producen las desigualdades, donde algunos sólo pueden comer tortillas con sal y chile, mientras otros derrochan en banalidades. Quizá sus pensamientos rebeldes se forjaron cuando de niño caminaba dos días para llegar a la comunidad más cercana y estudiar en una escuela primaria, porque en ese tiempo para él la educación era una forma de superarse, de tener herramientas para vencer el hambre. Tanto creía en ella, que se esforzó por ser el mejor estudiante y, en sexto año de primaria, como premio por el excelente promedio alcanzado ganó un viaje a Ciudad de México, para conocer al entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz.
Wenceslao José García nació en Zaragoza, agencia municipal de Santa Cruz Itundujia, una comunidad en lo alto de las montañas de la región mixteca, en el estado de Oaxaca, cuyos paisajes asombran por su belleza y por las nubes que se reúnen semejando un mar en la distancia. De ese pueblo salió siendo niño y nunca más pudo volver para estar con su familia o amigos, porque mientras estudiaba en la Escuela Normal Rural Moisés Sáenz y seguía en su esfuerzo por ser el mejor estudiante, también conoció las ideas que, en los años sesenta, permearon en muchos jóvenes con el deseo de justicia y libertad.
Para alguien que había sufrido en carne propia las injusticias estructurales, el proyecto de construir un mejor país cobraba sentido. Dejó la escuela y se unió a los grupos revolucionarios clandestinos, inicialmente al Movimiento de Acción Revolucionaria, más adelante a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Tuvo contacto con personajes como Lucio Cabañas, cambió de nombre de lucha en varias ocasiones, hasta que en octubre de 1974 fue detenido por la policía en un incidente de tráfico, pasó un año recluido en la famosa prisión de Lecumberri y, en 1975, con el pretexto de unas diligencias judiciales, lo sacaron de esas rejas y nunca más se le volvió a ver ni se supo nada de su paradero. Tenía entonces veinticinco años. Actualmente, y luego de las demandas de sus familiares, ha sido reconocido como víctima de desaparición forzada por parte del Estado mexicano.
La historia de este personaje llegó a los ojos del investigador mixteco Francisco López Bárcenas, mientras buscaba información acerca de otros temas. El mismo escritor narra su sorpresa al encontrarse con alguien originario de la mixteca, es decir, un joven indígena que tuvo un papel trascendente en las organizaciones donde militó, pero casi borrado de las referencias de los movimientos sociales y armados, por lo que decidió indagar más para visibilizar a Wenceslao, reivindicar sus luchas y su figura, y honrar la persistencia de la familia José García, que continúa denunciando su desaparición a manos del Estado y exige su presentación.
Luego de tres años de hurgar en archivos documentales, de viajar de una ciudad a otra para entrevistar a quienes conocieron a Wenceslao; de buscar y acercarse a sus familiares, además de contar con el apoyo de destacados investigadores, como Alicia de los Ríos y Camilo Vicente Ovalle, López Bárcenas logró sistematizar la información en el libro Wenceslao José García: un revolucionario surgido del Ñu Savi que, con el sello de la editorial Petricor, comenzó a presentar en octubre de este año, a propósito del 51 aniversario de la detención de este luchador social y cincuenta años de su desaparición forzada.
El libro ha sido entregado a los familiares de Wenceslao y a la comunidad de Zaragoza, Itundujia. Es un volumen que seguramente, como ha señalado el escritor López Bárcenas, seguirá escribiéndose, pues una vez publicado han surgido datos adicionales, precisiones, personas que lo conocieron, que convivieron con él, que comparten anécdotas, así que es muy probable que pronto veamos una segunda edición corregida y aumentada.