Premio Nobel de Literatura 2025: Lászlo Krasznahorkai y sus paisajes lluviosos

- Alejandro García Abreu - Monday, 20 Oct 2025 08:08 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954) es autor de una extensa obra narrativa y ha recibido varias distinciones, entre las más recientes, el Premio Man Booker International, en 2015; el Premio Formentor de las Letras, en 2024 y, recientemente, el Premio Nobel de Literatura. Su obra, según el comunicado del comité de la Academia Sueca, “en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte.” Este artículo glosa algunas de las obras publicadas en español e invita a su lectura.

 

Krasznahorkai en The Paris Review

László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954) publicó su primera novela, Tango satánico, en 1985. Continuó –recurro a algunos ejemplos– con Melancolía de la resistencia, Guerra y guerra y El barón Wenckheim vuelve a casa. Estos libros –según Adam Thirlwell en una entrevista con el autor realizada para The Paris Review– con su enorme carga lingüística, su erudición global (está familiarizado con los clásicos de la filosofía budista y con la tradición intelectual europea), con sus personajes obsesivos y sus paisajes lluviosos, podrían dar la impresión de cierta altivez, y son puntillistas, elegantes y delicados. Es una combinación de matices. Krasznahorkai aún tiene una casa en Hungría, pero reside principalmente en Berlín. El escritor habla inglés con una inflexión centroeuropea y con acento estadunidense, fruto de su estancia en el apartamento neoyorquino de Allen Ginsberg en los años noventa.

 

El escritor húngaro y la música en La Jornada

En una entrevista con Reyes Martínez Torrijos realizada en diciembre de 2024, Krasznahorkai aseveró que la música es lo que más le importa y ha pugnado por ella toda su vida: “Me significaba exactamente lo mismo crear música que escribir.” Le dijo al periodista de este diario que improvisaba desde el principio con distintos instrumentos, “y si piensas los dos lados de las fuentes de mi estilo, sabrás cuál era la historia detrás de esa forma de escribir”.

 

El ganador del Nobel traducido al español

Krasznahorkai, gracias a Jaume Vallcorba –editor, filólogo y fundador del sello Acantilado–, repercute en nuestra lengua con los libros Melancolía de la resistenciaAl norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río, Guerra y guerra, Ha llegado Isaías, Y Seiobo descendió a la Tierra, Tango satánico, Relaciones misericordiosas. Relatos mortales y El barón Wenckheim vuelve a casa, todos traducidos por el genial Adan Kovacsics.

 

La interpretación del presidente del comité del Nobel

Tango satánico, publicada en 1985, fue un éxito literario en Hungría. La novela retrata –según Anders Olsson, presidente del comité del Nobel, en un magnífico ensayo– en términos poderosamente sugestivos, a un grupo de residentes desamparados en una granja colectiva abandonada en la campiña húngara justo antes de la caída del comunismo. Reinan el silencio y la expectación, hasta que el carismático Irimiás y su camarada Petrina, a quienes todos creían muertos, aparecen repentinamente en escena. Para los residentes que esperan, parecen mensajeros de esperanza o del juicio final. El elemento satánico al que se refiere el título del libro está presente en su moral de esclavos y en las pretensiones del estafador Irimiás, que dejan a casi todos completamente engañados. En la novela esperan un milagro, pero es una esperanza que puede verse frustrada por la propia espera, como sugiere el lema kafkiano introductorio: “En ese caso, me perderé el milagro esperándolo.” La novela se convirtió en una película trascendente en 1994 en colaboración con el director Béla Tarr, con quien el escritor colaboró en diversas ocasiones.

Susan Sontag –refiere Olsson– coronó a Krasznahorkai como el “maestro del apocalipsis” de la literatura contemporánea, una opinión a la que llegó tras haber leído el segundo libro del autor, Melancolía de la resistencia. En una fantasía de terror febril ambientada en un pequeño pueblo húngaro enclavado en un valle de los Cárpatos, el drama se intensifica aún más. Desde la primera página, nosotros, junto con la desapacible señora Pflaum, nos encontramos en un vertiginoso estado de emergencia. Abundan las señales ominosas. Crucial para la dramática secuencia de acontecimientos es la llegada a la ciudad de un circo fantasmal, cuya principal atracción es el cadáver de una ballena gigante. Este espectáculo misterioso y amenazante desencadena fuerzas extremas, propiciando la propagación de la violencia y el vandalismo. Mientras tanto, la incapacidad de los militares para prevenir la anarquía crea la posibilidad de un golpe dictatorial. Empleando escenas oníricas y caracterizaciones grotescas, Krasznahorkai retrata magistralmente la brutal lucha entre el orden y el desorden. Nadie escapa de los efectos del terror.

En la novela Guerra y guerra, Krasznahorkai traslada su atención más allá de las fronteras de su patria húngara al permitir que el humilde archivista Korin decida, como último acto de su vida, viajar desde las afueras de Budapest a Nueva York para, por un momento, ocupar su lugar en el centro del mundo. De vuelta a los archivos, encuentra una epopeya antigua de excepcional belleza sobre guerreros que regresan, que espera dar a conocer al mundo. La prosa de Krasznahorkai evolucionó hacia la sintaxis fluida, con frases largas y sinuosas sin puntos, que se convirtió en su sello personal.

La novela El barón Wenckheim vuelve a casa se centra en el regreso a la patria, donde Krasznahorkai juega profusamente con la tradición literaria. El personaje de El idiota de Dostoievski reencarna en el barón, perdidamente apasionado por su ludopatía. Arruinado, regresa a Hungría tras pasar muchos años exiliado en Argentina. Espera reencontrarse con su amor de la infancia, a quien no logra olvidar. Desafortunadamente, en el transcurso de su viaje, pone su vida en manos del traicionero Dante, un sinvergüenza presentado como una versión sórdida de Sancho Panza. El clímax de la novela, que en muchos sentidos es su momento cómico más destacado, es la alegre recepción que la comunidad local le ofrece al barón, algo que el melancólico protagonista intenta evitar a toda costa.

László Krasznahorkai es un gran escritor épico de la tradición centroeuropea, que oscila entre Franz Kafka y Thomas Bernhard, y se caracteriza por el absurdo y el exceso. Pero sus influencias son más profundas y pronto mira hacia Oriente, adoptando un tono más contemplativo y refinado. El resultado es una serie de obras inspiradas en las profundas impresiones que le dejaron sus viajes a China y a Japón. Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río es un relato misterioso con poderosas secciones líricas que tiene lugar en el sureste de Kioto. La pieza constituye un preludio a Y Seiobo descendió a la Tierra, una colección de diecisiete historias organizadas en una secuencia de Fibonacci sobre el papel de la belleza y la creación artística en un mundo de ceguera. Junto con su quinteto de epopeyas, representa la obra principal de Krasznahorkai. Particularmente inolvidable es su escena inicial en la que una garza blanca como la nieve permanece inmóvil en medio del río Kamo en Kioto, esperando a su víctima en los remolinos de abajo. Invisible para la multitud que pasa, el pájaro se convierte en una imagen elusiva de la particular situación del creador.

El hilo conductor del libro es el mito japonés de Seiobo quien, según la leyenda, protege el jardín que, cada tres mil años, produce frutos que otorgan la inmortalidad. En el libro –afirma Olsson–, el mito trata sobre la creación de una obra de arte y, a través de una serie de episodios, se sigue el génesis de dicha obra en las épocas y entornos más diversos. A menudo, el acto de creación ocurre tras un largo período de preparación marcado por la tradición y la artesanía. Las obras también pueden surgir como resultado de circunstancias tardías o confusas, como en la historia del peligroso transporte de una pintura inacabada del renombrado artista renacentista Pietro Vannucci desde Florencia a Perugia, su ciudad natal. Aunque todos creen que Perugino, como se le conoce comúnmente, ha abandonado la pintura, es en Perugia donde se produce un milagro.

El propio artista, como suele ocurrir en Y Seiobo descendió a la Tierra, está ausente en estas historias. En cambio, se presentan figuras que se sitúan ligeramente al margen de la obra que pronto se materializará. Éstas pueden incluir conserjes, espectadores o artesanos devotos, que rara vez, o de hecho nunca, comprenden el significado de la obra en la que participan. El libro es una representación magistral, en la que el lector es conducido a través de una hilera de “puertas laterales” hacia el inexplicable acto de creación, concluye Olsson.

 

Regreso al origen

Krasznahorkai le confesó a Thirlwell: “Pensaba que la vida real, la verdadera vida, estaba en otra parte. Junto con El castillo de Franz Kafka, mi biblia durante un tiempo fue Bajo el volcán de Malcolm Lowry. Era finales de los sesenta. No quería aceptar el papel de escritor. Quería escribir sólo un libro, y después, deseaba hacer cosas diferentes, sobre todo con la música. Quería vivir con la gente más pobre; pensaba que eso era la vida real. Vivía en pueblos muy pobres. Siempre tuve trabajos muy malos. Cambiaba de lugar muy a menudo, cada tres o cuatro meses, para escapar del servicio militar obligatorio. […] Y, por supuesto, empecé a beber. Había una tradición en la literatura húngara según la cual los verdaderos genios eran unos borrachos empedernidos. Y yo también era un ebrio desquiciado. Pero entonces llegó un momento en que me senté con un grupo de escritores húngaros que coincidían, con tristeza, en que esto era inevitable, que cualquier genio húngaro tenía que ser un borracho trastornado. Me negué a aceptarlo y aposté –por doce botellas de champaña– a que nunca volvería a beber.”

 

 

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