Federico García Lorca y la Luna
- Alejandro García Abreu - Monday, 20 Oct 2025 08:24
A Luna
El hombre percibió, de antiguo, la relación
existente entre la luna y las mareas…
Juan Eduardo Cirlot
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Vega de Granada, 1898-Víznar, 1936) vivió la literatura atento a la tierra y al firmamento. Se caracterizó por un resplandor eminente. El editor de su Poesía completa, Joan Tarrida, afirma que “se hace difícil saber hasta dónde hubiera sido capaz de llevar su obra, pero en apenas dieciocho años, los que van desde sus primeros escritos hasta el triste fusilamiento de Víznar tras el estallido de la Guerra Civil, García Lorca alcanzó a ser un excelente prosista, uno de nuestros más grandes dramaturgos del siglo XX y un poeta universal”. También concibió las postales como obras de arte y vehículos de la escritura.
El hombre nacido en Fuente Vaqueros atestiguó: “Se hermana el nacimiento de cada una de estas poesías que tienes en tus manos, lector, al propio nacer de un brote nuevo del árbol músico de mi vida en flor.”
El futuro poeta –narra su biógrafo Ian Gibson– vivió en la llanura granadina durante sus primeros once años de edad. “Amo en todo la sencillez –declaró García Lorca–. Este modo de ser sencillo lo aprendí en mi infancia.” Y la académica Leslie Anne Stainton fundamentó que revitalizó distintas corrientes de la literatura. Según Luis García Montero, la riqueza de imágenes y tonos es identificable, “consigue que la más llamativa agilidad formal se convierta en una indagación profunda sobre las claves del mundo”. Tarrida dijo que García Lorca osciló, en sus versos, entre los gitanos andaluces y la vida abierta al mundo que implica Nueva York, entre lo local y lo universal, “entre lo popular y lo culto, entre la palabra punzante y la metáfora más bella.” Se refirió a su legado poético colosal, uno de los más trascendentes de nuestra lengua. Se trata de una multitud de versos imperecederos.
El escritor reunió poemas y proyectó una gran cantidad de libros. La sensibilidad del poeta se generó a través de una visión romántica y modernista, considera Mario Hernández, experto en la obra del autor: “Ya brilla en él esa actitud de irrestañable imaginador que ha de conservar toda su vida.”
El granadino contempla el cielo nocturno. En el imaginario garcialorquiano destaca un tema: la Luna. La siguiente es una selección de poemas, parte de su “frondoso árbol lírico”, sobre el satélite natural de la Tierra.
Oeste: “Escala de luna/ que asciende/ al Norte/ (cromática).”
La luna asoma: “Cuando sale la luna/ se pierden las campanas/ y aparecen las sendas/ impenetrables./ Cuando sale la luna,/ el mar cubre la tierra/ y el corazón se siente/ isla en el infinito./ Nadie come naranjas/ bajo la luna llena./ Es preciso comer/ fruta verde y helada./ Cuando sale la luna/ de cien rostros iguales,/ la moneda de plata/ solloza en el bolsillo.”
Nocturnos de la ventana (fragmento): “Alta va la luna./ Bajo corre el viento./ (Mis largas miradas,/ exploran el cielo.)/ Luna sobre el agua./ Luna bajo el viento./ (Mis cortas miradas,/ exploran el suelo.)/ Las voces de dos niñas/ venían. Sin esfuerzo,/ de la luna del agua,/ me fui a la
del cielo.”
Recuerdo: “Doña Luna no ha salido./ Está jugando a la rueda/ y ella misma se hace burla./ Luna lunera.”
Romance de la luna, luna (fragmento): “La luna vino a la fragua/ con su polisón de nardos./
El niño la mira, mira./ El niño la está mirando./ […]/ Cómo canta la zumaya,/ ¡ay, cómo canta en el árbol!/ Por el cielo va la luna/ con un niño
de la mano.”
Si mis manos pudieran deshojar (fragmento):
“Yo pronuncio tu nombre/ en las noches oscuras,/ cuando vienen los astros/ a beber en la luna/
y duermen los ramajes/ de las frondas ocultas.”