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- Alonso Arreola | @escribajista - Monday, 20 Oct 2025 08:20 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Competencia Chopin, tradición, rigor y poesía

 

Cada lustro la ciudad de Varsovia se vuelve epicentro del virtuosismo pianístico gracias a la Competencia Internacional Fryderyk Chopin, una de las más prestigiosas del mundo clásico y cuyas finales están sucediendo justo ahora, del 18 al 20 de octubre. (Mientras escribimos esto la piel se eriza con la participación preliminar del joven canadiense Kevin Chen.)

Iniciada en 1927, esta justa exalta la figura del compositor polaco que le da nombre, pero también marca el destino de los jóvenes intérpretes que destacan en su escenario. Digamos que ganar en Varsovia no implica sólo reconocimiento internacional, sino ingresar a una élite que representa la sensibilidad, técnica y espíritu más puros de Chopin.

Esta edición XIX se celebra en la Filarmónica Nacional de Polonia, ante la presencia de un jurado presidido por el intérprete Garrick Ohlsson, único estadunidense que ha ganado el certamen. Junto a él dialogan diecisiete expertos, como Nelson Goerner, Ewa Pobłocka y Piotr Paleczny, quienes evalúan a los competidores según criterios que van mucho más allá de la precisión.

Así es. Superando la destreza mecánica se busca la autenticidad emocional, el control dinámico (flujo de volúmenes), el equilibrio de las texturas, pero sobre todo el respeto al espíritu autoral. Entre los rasgos más característicos se halla, por supuesto, ese rubato flexible que respira sin romper el pulso, así como el aura poética, un lirismo que para los más entrenados convierte cada nota en palabra y cada silencio en respiración.

Luego de ahondar en la historia del concurso, podríamos decir que su ideal se forjó con generaciones de pianistas ‒sobre todo polacos‒ creyentes de que la emoción también radica en la forma y de que la verdadera libertad sólo puede surgir de una comprensión profunda del texto musical. El repertorio, desde luego, es exclusivo de Chopin.

En las rondas iniciales los pianistas deben ofrecer una variada selección de estudios, nocturnos, polonesas y mazurkas; en la final interpretan un concierto para piano y orquesta. Algo importante es que los participantes eligen el programa por afinidad, lo que hace de cada actuación un reflejo de estética personal. Asimismo, pueden escoger entre distintos pianos (Steinway & Sons, Yamaha, Fazioli o Kawai), una decisión que influye en su sonido y en la personalidad que logran proyectar sobre el tinglado.

Hay que decir que la historia de la Competencia Chopin está llena de nombres que marcaron la interpretación del siglo XX. Martha Argerich, ganadora en 1965, ocupa un lugar especial, verbigracia. Su sombra se proyecta sobre cada nueva generación de concursantes, quienes la veneran como referencia inevitable. Se dice, lectora, lector, que el Chopin de Argerich ha sido “el más humano”, pero también “el más volcánico y contemporáneo”. Búsquela.

Entre los ganadores posteriores figuran Dặng Thái Son (Vietnam, 1980), Rafał Blechacz (Polonia, 2005) y Bruce Liu (Canadá, 2021), reflejo de la diversidad cultural que ha conquistado Chopin. Sin embargo, la presencia femenina en los primeros premios lamentablemente sigue siendo escasa. Dicho todo ello, esta competencia es más que un torneo; es una celebración de la sutileza sonora. En cada interpretación late la tensión entre disciplina y emoción, entre partitura e inspiración. Allí frente al piano elegido, con una audiencia en vivo y ante el jurado implacable, los aspirantes enfrentan el desafío de convertir el rigor de su preparación en arte, belleza y tradición. Escúchelos ya mismo en el canal de YouTube del concurso. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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