Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | germainegh@casalamm.com.mx - Sunday, 05 Oct 2025 10:21



Hacia los años ochenta del siglo pasado se empezó a gestar en Brasil uno de los proyectos más fascinantes del mundo donde el arte, la arquitectura y la conciencia ecológica se funden en un fragmento de paraíso de una extensión de 140 hectáreas de selva tropical: más allá de un museo a cielo abierto, este parque se llama Inhotim y fue inaugurado en 2006 en el poblado de Brumadinho (estado de Minas Gerais), bajo la iniciativa de Bernardo Paz, empresario vinculado a la industria siderúrgica y coleccionista visionario que reunió un alucinante acervo artístico integrado por esculturas, instalaciones, fotografías, pinturas, trabajos audiovisuales, performances, entre otros medios, de los más destacados creadores internacionales desde los años sesenta hasta la actualidad. La colección cuenta con más de quinientas obras de cincuenta y seis artistas provenientes de dieciocho países, entre los que están Matthew Barney, Yayoi Kusama, Hélio Oiticica, Adriana Varejão, Janett Cardiff, Olafur Eliasson, Giuseppe Penone, Dan Graham, Cildo Meireles, Doug Aitken, Lygia Pape, por mencionar a unos cuantos. La experiencia en este paraíso del arte remite al crelazer, término acuñado por el artista brasileño Hélio Oiticica y que parte de la idea de “crear en el ocio”, en el sentido de que el visitante de Inhotim se sumerge en un espacio que incita a la contemplación y al ensimismamiento, en un tiempo dilatado que propicia una auténtica experiencia inmersiva. Así lo expresó en su momento Oiticica: “Toda la experiencia dentro de la cual fluye el arte, la libertad misma, la expansión de la conciencia del individuo, el retorno al mito, el redescubrimiento del ritmo, la danza, el cuerpo, los sentidos, son finalmente lo que tenemos como armas de conocimiento directo, perceptivo y participativo… esto es revolucionario en el sentido total del comportamiento.” Esta sensibilidad estética de uno de los pioneros del movimiento neoconcreto brasileño está presente en Inhotim.
El recorrido por el parque se puede hacer a pie o en carrito de golf, dadas las distancias entre las veinticuatro galerías construidas por renombrados arquitectos: dieciocho pabellones están dedicados a la exhibición permanente de artistas muy diversos, y seis temporales presentan exhibiciones colectivas o monográficas. A lo largo del paseo, el visitante va descubriendo esculturas de escala monumental dispuestas entre el paisajismo exquisito y la exuberante vegetación, como es el caso de la pieza de Cristina Iglesias (España, 1956), un enorme cubo recubierto en su exterior de acero inoxidable que refleja ad infinitum la tupida naturaleza circundante y encierra en su interior un bosque vegetal de bronce y resina característico de su producción. Entre los pabellones permanentes, uno de los más impactantes es la Galeria Psicoativa del célebre artista brasileño Tunga (1952-2016), que reúne un conjunto monumental de sus conocidas “instauraciones” que conforman en sí mismas un museo dentro del museo.
Inhotim se encuentra entre La Mata Atlántica y el Cerrado, dos de los biomas más ricos en biodiversidad en el mundo. El Jardín Botánico es un núcleo fundamental del proyecto y comprende varios jardines temáticos y el Viveiro Educador (Vivero Educativo) que cuenta con un invernadero tropical y un meliponario, y cuya misión es la investigación y educación medioambiental e, incluso, hay una Escuela de Música como herramienta de sensibilización para el arte contemporáneo. El Instituto Inhotim promueve una fuerte relación con su territorio a través de una amplia gama de programas y acciones con la comunidad. La entrada al parque es gratuita para los residentes locales y es impresionante el flujo de visitantes. Inhotim es una entidad privada, sin fines de lucro, que a partir de 2022 fue donada por su fundador Bernardo Paz, una mente brillante y creativa que logró la consolidación y permanencia de este paraíso y que, según se dice, ya está planeando otro proyecto de igual magnitud.