Poemas del tiempo joven

- Lalla Romano - Sunday, 07 Sep 2025 08:56 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

 

Lalla (Graziella) RomanO nace en Demonte, en la región del Piamonte, en 1906. Su primer amor es la pintura, a la que se dedica con fervor desde muy joven. A la literatura llega luego del bachillerato en letras clásicas, cuando empieza a componer sus primeros poemas. Entre sus compañeros en los años de la universidad se cuentan Mario Soldati y Cesare Pavese. Después de la licenciatura comienza a enseñar historia del arte en Turín. Durante la segunda guerra mundial toma parte activa en la Resistencia, comprometiéndose sobre todo en la defensa de las mujeres. En la postguerra retoma la enseñanza y comienza a publicar textos narrativos; de allí en adelante, la novela quedará como el canal preferido para expresar su mundo. La mayor parte de sus escritos tiene un fuerte sello autobiográfico que une a la vena introspectiva con la evocación de lo vivido: recuerdos de infancia, relaciones familiares complicadas, las dificultades de la condición femenil de su tiempo, las hipocresías, los secretos y los vicios típicamente burgueses, de los cuales Lalla ofrece una descripción demoledora. Mujer de carácter introvertido, esquivo y severo, se cierra progresivamente en una existencia apartada, lejos de los círculos intelectuales y literarios. Muere en Milán en 2001. Además de poeta y novelista, Lalla Romano fue periodista, aforista, traductora y crítica de arte; por un breve período se comprometió políticamente. Entre sus libros más célebres se consideran las colecciones de poemas Fiore (1941), L’autunno (1955), Giovane è il tempo (1974) –del que tomamos estos textos–, y las obras narrativas Las metamorfosis (1951), Maria (1954), Tetto murato (1957), Le parole fra noi leggere (1969) y L’ospite (1973).

La poesía de Lalla Romano, escrita con un estilo esencial, intenso, epigráfico y puro, colinda con el sueño como conocimiento o experiencia subliminal de una realidad más profunda y amplia de la que vivimos despiertos. Por eso se vuelve al mismo tiempo arcaica y atemporal, acercándose a la verdad que queda entre el instante y lo eterno, tocada por el amor: porque aun las palabras “más simples y usuales/ son palabras de amor/ en el dialecto nativo”, vale decir en la lengua originaria de todo ser humano que se respete.

 

Stefano Strazzabosco

 

Un sueño profundo está en la sangre

 

Lo supe cuando tus manos

tocaron por primera vez las mías

 

Desde aquel día escuchamos

casi un viento subir

con el mugir de un órgano

hasta que al final domados

nos plegó, como espigas maduras, aquel viento

 

u

 

Yo estoy en ti

como el querido olor del cuerpo

como el humor del ojo

y la dulce saliva

 

Yo estoy dentro de ti

en el misterioso modo

en que la vida está disuelta en la sangre

y mezclada al aliento

 

u

 

Nadie nos puede despojar del gozo

nuestro gozo subterráneo

como tierna agua

como vena de roca

 

u

 

No pidas

perfume de flor

cuando yo puedo darte

frutos de otoño

 

No rehúses nutrirte

porque el invierno está a las puertas

y ya los viejos santos

han alzado la frente

a contemplar lo eterno

 

Nosotros hijos del instante

bebemos el último vino

 

u

 

Vamos de invierno en medio del bosque

el bosque en torno es blanco y silencioso

un abrazo cálido y ciego nos cierra

 

Nos disolvemos lentos del sueño

con los ojos abiertos extraviados

vemos en torno sin fin el bosque

los árboles dolorosos el cielo frío

la nieve perdidamente igual

 

Incumbe un consciente silencio

 

 

 

Sólo contigo, extranjero,

puedo hablar en mi lengua

puesto que tú también vienes de lejos

y el nombre de la tierra lo olvidamos

 

No es necesario, como creen los más,

decir palabras maravillosas

aun las más simples y usuales

son palabras de amor

en el dialecto nativo

 

u

 

Surcan el aire las golondrinas

y no se agrietan los cielos

refleja el lago las nubes

y no se enturbia el agua

 

Nosotros fugazmente turbamos

con nuestro paso el tiempo

y pronto se recompone la espera

límpida y vuelve igual

 

u

 

Joven el tiempo es

 

Como un muchacho

cae cada noche dormido y cansado

y nosotros vemos languidecer el cielo

lejano, detrás de oscuros arcos de hojas

 

Se despierta feliz

mientras intacto

sobre absortos jardines y ciudades

emerge desde las negras sombras la mañana

 

u

 

Músicas nacen y mueren

son todavía palabras

soles arden se apagan

son tiempo todavía

 

Solamente el silencio

más allá del hielo de los mundos

más allá del solitario paso de los viejos

más allá del sueño olvidado de los muertos

 

sólo el silencio vive

 

 

 

 

 

 

Versiones de Marco Antonio Campos

y Stefano Strazzabosco.

 

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