Bemol sostenido

- Alonso Arreola | @escribajista - Sunday, 27 Jul 2025 21:42 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Oye, Antonio Malacara

 

Nunca te hemos dicho estas cosas, Antonio. Siempre lo dejamos “para después” y terminamos por no hacerle eco a tu labor, tan necesaria y consistente. Pero eso se acaba hoy, cuando te agradecemos lo mucho que has aportado al ecosistema de la música nacional. Y que lo sepa nuestra lectora, nuestro lector. Durante más de cuatro décadas has sido voz señera en la documentación, crítica y difusión del jazz en México. Periodista cultural, escritor y promotor incansable, acompañas a distintas generaciones de melómanos desde múltiples medios. Verbigracia: tu columna Jazz, publicada aquí mismo en La Jornada, es un referente obligado para quienes desean entender el género; una bitácora en donde se conocen pasajes luminosos de la escena actual, lo mismo que episodios menos visibles de nuestra herencia sonora.

Revisando tu nutrida bibliografía, nos parece que entre las aportaciones más encomiables se encuentra tu Atlas del jazz en México, una enciclopedia de varios volúmenes en que documentas miles de grabaciones hechas desde 1948. (¡Qué labor monumental!) Presentada en el Palacio de Bellas Artes y en distintos foros universitarios, ferias y festivales del país, tu obra entera ha dado visibilidad a cientos de músicos, sean leyendas o jóvenes emergentes, configurando un archivo vivo y en expansión.

Dicho lo anterior, quizá tu contribución más orgánica sea como anfitrión de las tertulias La poesía del jazz, en la Fundación Sebastián. Hablamos de ese ciclo que acaba de concluir tras once años de ser refugio para literatos, músicos y curiosos, pese a lo inhóspito del edificio que te dio la mano. Allí otra cosa que nunca te dijimos, Antonio: la Fundación Sebastián nos parece horrible, fría y de mal gusto, por donde se le mire.

Lo peor, empero, no es producto del reflejo subjetivo e ignorante de quien esto firma, sino algo evidente y plausible: la colección fotográfica que a manera de “egoteca con celebridades” recibe a sus visitantes. Desde luego que para ser justos debemos separar del juicio a su foro inferior, pues alcanzó brillo propio. Fue allí en donde, gracias a tu perseverancia, ocurrieron los conciertos y las lecturas que hoy celebramos. ¡Aplauso por ello! Y también porque, según nos dijiste aquel día, vendrá una nueva etapa, ahora en Jazzatlán Capital. Estaremos atentos.

Finalmente, aunque no es momento de profundizar sobre cómo sumaron sus talentos a esa despedida, el escritor Juan Kamino Grajeda, el compositor Héctor Hellion y la cantante Iris Bringas atendieron generosamente a tu último llamado. Diremos que al primero apenas si lo escuchamos, por llegar tarde y por su colocación bajo el tinglado. Pero nos gustó. El segundo tiene una enorme capacidad técnica, pero su propuesta estética es débil y aburrida; oscila entre la ingenuidad y la soberbia. La última tiene claridad escénica, buena voz y repertorio valioso, pero la falta de certidumbre en quienes la acompañaron al piano y la guitarra terminaron por limitar su vuelo. También estuvo conversando con el público el conductor, locutor y productor Germán Palomares, otro invitado de honor a quien nos dio gusto saludar.

Sirvan pues estas palabras para agradecerte, felicitarte y desearte suerte, Antonio Malacara, pues en tiempos de precariedad institucional tu entusiasmo es invaluable. Ahora que te moverás de sitio podremos acompañarte más seguido. Lo prometemos. Ojalá se sumen quienes aquí nos leen. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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