Tomar la palabra
- Agustín Ramos - Sunday, 13 Jul 2025 08:57



Crear dos, tres…, muchos Vietnam.
Ernesto Guevara
Israel traicionó a Irán con sus consabidos pretextos, peligro existencial y derecho a la defensa. EU intervino más descaradamente bombardeando instalaciones nucleares iraníes. Y ni el poder inusitado de Irán para causar zozobra en Tel Aviv ni la condena internacional influyeron en el alto al fuego que acentúa la sevicia en Gaza. Trump simuló demoler instalaciones nucleares iraníes y Jamanei simuló atacar bases militares gringas. Descontando a seiscientos iraníes asesinados por el ataque “preventivo” del sionismo con su treintena de muertos por el contraataque que desnudó la vulnerable “cúpula de hierro” de Tel Aviv, ahí acabó el capítulo.
Un bombardeo real de EU, como el que quiso presumir Trump, habría sido, en efecto, una suerte de Hiroshima. No por el efecto pacificador del que él se vanagloria en su red y en declaraciones a la prensa, sino por la contaminación añadida a Three Mile Island, Chernobyl y Fukushima. Sí, Trump es un bufón y a Jamanei y a otros mercaderes no les queda de otra que hacerla de comparsas. El anticomunista Putin rehusó oponerse a su socio Netanyahu y se propuso como mediador idóneo. Para el comunista Xi Jinping la prioridad son los negocios y, por tanto, aun sabiendo que la agresión sionista contra Irán saboteaba la nueva ruta de la seda, se negó a apoyar el amago iraní de cerrar el estrecho de Ormuz para hundir de veras a sus agresores. Así que el extermino en Gaza continuará mientras siga siendo buen negocio, como se documenta con exhaustiva precisión en https://www.un.org/unispal/document/a-hrc-59-23-from-economy-of-occupation-to-economy-of-genocide-report-special-rapporteur-francesca-albanese-palestine-2025/.
En Cultura y simulacro, Jean Baudrillard exponía la paradoja de una paz mundial cifrada en la disuasión del club atómico y en la obligada coexistencia pacífica EU-URSS, a la que se sumó China por serle más rentable pasar de ser “peligro para el mundo libre” a socio en el reparto de tal mundo. De ahí ‒concluía Baudrillard en 1978‒, que EU evacuara Vietnam a cambio de seguir como primera potencia mundial. Y sustentaba esta descorazonadora observación en los efectos geopolíticos de esa victoria-no victoria vietnamita. “La guerra no es menos atroz por ser sólo un simulacro”, aclaraba. Y un capítulo después añade que si el riesgo atómico persiste es “porque las “jóvenes” potencias están tentadas al uso no disuasivo, es decir “real”, de realizar otro Hiroshima.
En A la sombra de las mayorías silenciosas, el pesimismo de Baudrillard llega al nihilismo. La masa se hace más masa, su revolucionario poder explosivo se vuelve hoyo negro implosivo, asocial, apolítico, ahistórico, mayoría silenciosa. Y la realidad, grosso modo, parece darle hoy la razón. La URSS no existe más. El capitalismo de Estado chino rivaliza con EU y lo aventaja. Los tétricos coros mediáticos no logran disfrazar las extorsiones de los Hitler y Mussolini del presente. El mundo atestigua en directo ruinas y exterminio, Holocausto triple. Resucita el servilismo armamentista de los Chamberlain y Petain y la impotencia cómplice de gobiernos progre que temen hablar y actuar contra el genocidio.
¿Simulacros? Para Baudrillard sí, con un matiz: “La realidad de la simulación es insoportable, más cruel que el teatro de la crueldad.” Su interpretación ‒pesimista, realista, inobjetable‒, es tan vigente como las actuales descripciones filosóficas de un mundo postalfa, absurdo, vacío, líquido, extenuado. Pero a fin de cuentas, éstas y otras interpretaciones agigantan una tesis de 1845: “Los filósofos sólo han interpretado al mundo; se trata, también, de transformarlo.”