Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 15 Jun 2025 09:28 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Diálogo, diálogo y más diálogo

 

La lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es la expresión más clara de la disputa por la educación pública en México desde hace cuarenta y seis años. En paralelo, desde hace treinta y seis, el movimiento encabezado por López Obrador y seguido coherentemente por Claudia Sheinbaum representa el mayor progreso en la democratización política.

Lo que ayer unió y hoy desune a ambas luchas es el neoliberalismo. El neoliberalismo, etapa actual del sistema mundial de explotación, constituye la vía de escape para la bancarrota capitalista (ya centenaria, si consideramos la erupción de 1929). Esta bancarrota es, en esencia, irresoluble; sus máscaras reformistas cayeron luego de, entre otras, la victoria de Vietnam y el ascenso forzado de las satánicas majestades de apellidos Tatcher y Reagan.

Y así como la oposición y la resistencia al conjunto de medidas adoptadas por el neoliberalismo nutrió recíprocamente los protagonismos magisterial y electoral, así también la presente confrontación política de estos últimos deriva tanto en un innegable proceso de transformación como en la persistencia de las causas que sustentan el heroísmo del magisterio más consciente. Ahora bien, lo preocupante de tal confrontación son los episodios de represión y provocación; episodios que, aunque provoquen aceleres de una parte y cerrazones de la otra, por ser aislados parecen insuficientes para cualquier descalificación.

La disputa, pues, sigue siendo la misma, la educación pública. No obstante, los protagonismos cambiaron. La CNTE exige la abrogación total de la Ley del ISSSTE y la autoridad contrapone el cambio real en el sistema de pensiones. El fondo de la cuestión, denunciado por este magisterio y eludido por este gobierno, radica en mantener la sustitución del modelo solidario por el modelo individual que se sintetiza en las Afores (acrónimo de Administradoras de Fondos para el Retiro), una medida neoliberal por excelencia que transfiere las ganancias al especulador privado en detrimento del patrimonio legítimo del asalariado. Dicho de otro modo, la complacencia del explotador aviva el descontento del explotado.

¿Cuál es la salida para un gobierno diferente del autoritarismo narcoprianista? La negociación. ¿Cuál es el camino para la actual vanguardia popular encarnada, quiérase o no, en este magisterio? El diálogo. Diálogo nada propicio en vista de la presente correlación de fuerzas. Y lo más lamentable es que, en la misma medida en que la presidenta de la República aprovecha el denuesto y la violencia episódica para rehusar el diálogo directo, la dirigencia magisterial convalida los aceleres y cede el gelatinoso campo de la opinión pública a una contraparte que dispone con astucia la consulta a todas las bases.

Repito, ni la provocación ni la represión en algunas entidades federativas bastan para descalificar la lucha del magisterio combativo ni la lógica del gobierno progresista. A mi juicio, los mejores argumentos y el apoyo más sólido (internacional, incluso) están del lado de la lucha magisterial. Empero, quien ha mostrado más habilidad política es la titular del Poder Ejecutivo. Así pues, en vez de un diálogo público como el que con todas sus astronómicas desventajas exigía el movimiento estudiantil de 1968, la alternativa del magisterio más combativo es el regreso a sus bases y a la sociedad, porque sólo así conseguirá que las autoridades cumplan su obligación de escuchar y de mostrarse más accesibles.

 

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Claudia Sheinbaum dijo en 2009 y reiteró en 2023 que la salvación del mundo está en Gaza. ¿Sobreviviremos? La respuesta está en Palestina. Los pseudojudíos sionistas han logrado ‒con buen éxito desde 1948‒ dejar la solución en manos de toda la humanidad.

 

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