La salud de la edición independiente
- José María Espinasa - Sunday, 18 May 2025 09:33



Hace algunas semanas se presentó en La Bota el libro Reversura, el más reciente poemario de Eduardo Milán, en su edición mexicana, publicado por Elefanta. En otro lugar me he ocupado con detenimiento de dicho libro, para mí extraordinario, tal vez el mejor de una ya dilatada obra lírica (a pesar de todo el adjetivo le cuadra) de este autor. El acto de presentación me ha hecho constatar una vez más la bullente actividad de las editoriales independientes y de los centros culturales, también independientes, como La Bota. Elefanta, animada por Emiliano Álvarez, tiene ya un catálogo importante que define muy bien sus intenciones y su gusto. Bien diseñados, con buenos autores entre los que no pocos son de otras lenguas. La edición de Reversura fue, además, un buen momento para ver también el catálogo de Mantarraya, sello editorial vinculado a La Bota, animado por Melisa Arzate y Amaro Antonio Calera-Grovet. Este último sello ya con varios libros de Milán en su haber.
Ambas editoriales colaboran desde sus distintas condiciones y posibilidades al vincularse y crear una sinergia provechosa para ambas. Como suele suceder, buscan financiamiento en instituciones y universidades, necesario para poder seguir adelante con el proyecto pero que no significa ninguna pérdida de independencia en su línea editorial. Lo que es menos frecuente es la colaboración entre proyectos independientes. La diversidad que provocan este tipo de editoriales debe tener también un funcionamiento transversal o rizomático, para usar el término deleuziano, pues eso permite detectar cercanías y diferencias complementarias entre proyectos. Una de las cuestiones más visibles viene del diseño. En los años noventa, primera proliferación numérica de editoriales independientes, las portadas eran fundamentalmente tipográficas. Pienso en la decana El Tucán de Virginia, pero también en Ediciones Sin Nombre, Verdehalago, Montecarmelo, Trilce y alguna otra que se me escapa. Era una manifestación visible de una intención legible: al poner delante mío dos libros de Mantarraya, Arden (Meliza Arzate Amaro/Antonio Calera-Grobet) y Salido, de Eduardo Milán, vemos un desarrollo de esa intención en el manejo de colores y recursos gráficos. No hay que olvidar que las portadas son eso, un portal, una puerta de entrada, y el nombre de la editorial una identificación familiar, como antes en las casas de pueblo, que se ponía familia tal.
Los nombres nos proponen también una narrativa. Por ejemplo, los que ponen títulos tomados de la naturaleza. En el pasado revistas como El Ciervo Herido, El Oso Hormiguero y Manatí. En un ayer aún visible editoriales como El Tucán de Virginia o la extinta Colibrí. En el hoy, Elefanta y Mantarraya. ¿Ofrecen los nombres de las revistas y editoriales independientes una posible taxonomía? Digamos que un título como Elefanta nos hace sonreír y nos entrega, produce una reacción afectiva. En ese panorama hay también títulos expresamente belicosos: La Zorra Vuelve al Gallinero, o las contraculturales La Regla Rota o la Pusmoderna de los ochenta.
Estas preguntas, con algo de bizantino, muestran el marcado carácter de este tipo de proyectos: son creativos, su horizonte no es, aunque a veces lo deben de tener en cuenta, mercantil o económico. Por otro lado, el abandono por parte del Estado de los apoyos que recibían estas editoriales ha hecho que para sobrevivir busquen otras alternativas y vaya surgiendo, poco a poco, pero ojalá arraigue y se mantenga a largo plazo, una red de librerías independientes. Pero eso sería asunto de otro texto. Por otro lado, está el lector: tiene que solidarizarse con estos proyectos, buscarlos, procurarlos, crear nexos afectivos. Por ejemplo, la edición de Reversura. Milán no tiene miles de lectores, pero es probable que sí tenga cientos. Es un autor de referencia en el panorama de la poesía actual en lengua española. Hagamos que la edición se agote, que Elefanta tenga que reeditarlo. Y que pase lo mismo con Salido, de Mantarraya. Si ampliamos el espectro a otras editoriales independientes a partir de la taxonomía de los títulos, ¿qué nos diría Gris Tormenta o Ediciones del Lirio?