Biblioteca fantasma
- Evelina Gil - Sunday, 20 Apr 2025 09:22



La colección de cuentos Galería de títeres, de la poeta Guadalupe Amor (1918-2000) apareció hace sesenta y seis años, y jamás se reeditó. Hasta donde alcanza mi información, Pita, como mejor se le conoce, es la primera autora, mexicana al menos, que toca el tema del lesbianismo y se aventura a describir los deseos e impulsos sexuales femeninos. Incluso en 2025 estos relatos breves, muy breves algunos, impactan como si se escribieran apenas ayer.
Editorial Lumen rescata estos cuentos cortos en 2024 que nos revelan una faceta prácticamente desconocida de esta autora, esencialmente poeta, que incursionó en la novela con la fascinante Yo soy mi casa (1957). A través de la autoficción, recurso escasamente empleado en la época, ampliamente practicado hoy. No descarto que aquí la autora ficcionalice en torno a sí misma, o a personas muy concretas. Varios llevan por títulos nombres femeninos, a veces con todo y apellido, así como dedicatorias que despiertan la curiosidad. ¿Qué pretendía la taimada poeta al aventurar tales dedicatorias? ¿Ofender u honrar? Michael K. Schuessler, biógrafo y estudioso de la autora, hace hincapié en “la femeidad” de Pita. Adscribiría que se trata de una femineidad totalmente irregular, extirpada por completo, y qué bueno, de rasgos asociados a la “naturaleza femenina”: sutileza, decoro, hipocresía, frigidez, cortedad y cuestionable inteligencia.
Como narradora, Guadalupe Amor logra alcances equiparables a los de su poesía. Más bien escueta, minuciosa en extremo con la selección de palabras que, procura, sean lo bastante contundentes, incisivas y poderosas para no extenderse demasiado en desarrollar sus ideas y producir un efecto tajante y, muchas veces, perturbador. Son cuarenta los títulos aquí reunidos, narrados mayormente por sus protagonistas, casi siempre femeninos. En “El collar” alude a la desnudez moral y social de una mujer cuyo valor y reputación residen en sus joyas, implicando sin perogullismos una profunda crítica social: “Hace años que mis dientes son falsos; pero mis perlas valen más cada día.” “El casado” aborda de manera muy directa una relación homosexual masculina que se pretende disfrazar de la maliciosa mirada de una asidua clienta del restaurante de la pareja a través del matrimonio de uno de ellos con una hermosa joven. “La insatisfecha” es narrada por una ejemplar ama de casa que alberga delirios y fantasías sexuales que desgrana minuciosa y morbosamente, al tiempo que habla sobre lo mucho que se le admira en sociedad por su beatitud. “La cansada”, protagonizado asimismo por una ejemplar ama de casa, entrevera la felicidad que para la sociedad representa poseer una familia numerosa, con hijos atractivos y exitosos, con el infinito cansancio que la embarga. Se siente un cero a la izquierda en que sus seres queridos ven una especie de esclava obligada a cubrir sus necesidades. El mismo esposo le recuerda que para eso se mata trabajando, para que ella “descanse” y permanezca en casa. Llega un instante en que reconoce que desearía no haberse casado ni parir hijos, cosa que le sucede a más mujeres de lo imaginable... aunque jamás se atrevan ni a pensarlo: “Yo me siento como atacada por una turba de bandoleros que me quieren devastar.” El cuento que más me gustó (aunque todos tienen destello de diamante) es “Raquel Rivadeneira”, cuya protagonista se lamenta de no ser más aquella hermosa muchacha asediada por los hombres, por lo que cuando vuelve a experimentar esa sensación de cortejo y asedio, aunque sea a través de otra mujer “con cuerpo de nodriza devastada”, brinda a la inesperada pretendienta acceso a su vida, y así, parafraseando al narrador, conoce Raquel “los amores equívocos”. Dudo bastante que el título de este volumen sea ocurrencia o capricho pues, en efecto, la sensación que dejan estos cuentos es la de un teatro guiñol cuyas marionetas resguardan órganos, taras y traumas innegablemente humanos, aunque se finjan de palo para complacer las exigencias sociales.