Bemol sostenido
- Alonso Arreola | @escribajista - Sunday, 12 Jan 2025 08:11
Primea parte/ Arroz con leche con flores y brotes de Jazmín/ Querida Elizabeth. Sirvan estas torpes líneas para transmitirle parte de nuestra experiencia degustando el platillo que tuvo a bien traernos.
Mire usted. Por un lado, no recordamos haber probado algo que, de inmediato y descontroladamente, nos hiciera reír. Entendimos de golpe la idea de que su preparación viniera en una bombonera antigua (que valoramos profundamente).
Se trataba de algo nuevo en el paladar (y mire que lo hemos paseado), aunque con el atributo de despertar viejos recuerdos, sensaciones olvidadas (¿cree que exageramos?, ¡ni se le ocurra!). De los pequeños dulces perfumados en forma de corazón, al más suculento arroz de India, fuimos golpeados por un placer exorbitado y aniñado (no se lo dijimos cuando vino porque hubiera sonado falso: el arroz con leche es un postre favorito).
Nuestra pareja, por su cuenta, no paraba de asentir con lentitud. Entornando los ojos repetía hipnóticamente frases como “qué delicia” “qué originalidad”, “qué preciosidad”, al tiempo que inspeccionaba brotes de jazmín con la cuchara y bajo la luz.
Pasado el clímax compartido, nos pusimos a conversar sobre la clase de persona que es usted. Sobre el refinamiento que en su espíritu sabe manifestarse buenamente. Hicimos valoraciones sobre la educación que posee y desarrolla inevitablemente. Señalamos la múltiple forma en que la belleza se le desborda, del plano físico al espiritual, pasando por delicadezas variopintas.
En fin, Elizabeth. Estas líneas son, además de para agradecerle semejante experiencia gastronómica, para comunicarle que el extracto de rosas que tan hermosamente nos ha presentado, cumplirá su vuelo como parte de un ritual con el que daremos la bienvenida al año venidero.
Segunda parte/ Extracto de rosas/ Querida Elizabeth. En ese hermoso frasco se hallaban todas las rosas del mundo, del pasado y del futuro. La rosa que nace y la marchita. La que alterna adivinanzas en cada pétalo; la del funeral vacío y la que preconiza un árbol familiar. La que adornó una traición y la que fue soñada (“de pensamiento”, diría el poeta).
El tallo de la rosa, también. Su verde sostén. Las hojas y las espinas furiosas. La tierra de la rosa. ¡Pero qué conmovedor! ¡Imposible imaginar la huella, el trazo, la singladura integral de semejante aroma!
Y luego: la apropiación de cada piel, la fijación que siguen recordando las manos en su transformación constante. El levísimo toque alimonado. La respiración variable del propio rastro.
Ely, no hay cómo agradecer un regalo que inaugura galerías nuevas para el templo sensorial, sin embargo: gracias, gracias. Para conocer cosas como ésta hemos nacido. También para prometer algunas otras. Ya contribuiremos a la creación de tus paisajes. Palabra.
Tercera parte/ Despedida/ Querida Ely, tú disculparás este atrevimiento dominguero en un espacio público. Sucede que no encontramos mejor o más justa forma de compartir eso que también eres, antes y después del escenario, antes y después de la canción. Ya nos jalarás las orejas, mientras, es bueno amplificar hoy este mensaje. ¡Es chingón tenerte en nuestras vidas!
Cuarta parte/ Aclaración innecesaria/ Querida lectora, querido lector. Sepa que Ely Guerra no sólo es una de las más importantes y poderosas cantautoras de nuestro rock (de nuestra música), también es una alquimista (una bruja) comprometida con la cocina y la perfumería, actividades que desarrolla con audacia y originalidad. Sirvan estas líneas para recomendar su obra entera y, sobre todo, para escucharla en sinestesia, expandiendo los sentidos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.