Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | germainegh@casalamm.com.mx - Sunday, 12 Jan 2025 07:59
La Plaza Trafalgar en la ciudad de Londres –un sitio turístico muy visitado de la capital del Reino Unido– desde 1999 es sede de uno de los proyectos urbanos de arte contemporáneo más prestigiados a nivel mundial conocido como The Fourth Plinth (“El Cuarto Plinto”), en referencia a los cuatro pedestales que flanquean la gran plaza frente a la Galería Nacional, tres de ellos ocupados por esculturas de personajes históricos y, el cuarto, que desde su origen quedó inacabado, recibe cada dos años una importante obra comisionada para el sitio. El pasado mes de septiembre se develó la escultura que por primera vez estuvo a cargo de una artista latinoamericana y, para nuestro orgullo, mexicana: Teresa Margolles (Culiacán, 1963), cuyo quehacer artístico entrevera la fotografía, el video, la instalación, la escultura y la acción performática en torno a una temática que alude a la cruda realidad política y social de nuestro país. Margolles ha destacado como una artista visual que comenzó a denunciar los asesinatos de la narcoviolencia y, en particular, los feminicidios en Ciudad Juárez, llamando la atención sobre la dificultad de crecer en una ciudad en la que la violencia extrema forma parte de la vida cotidiana de niños y adultos, y dando voz y visibilidad a las mujeres y a la comunidad LGBT, víctimas del odio y la discriminación, cuyas historias cargadas de dolor son silenciadas por la impunidad. En esta ocasión se trata de un homenaje a las comunidades transgénero del mundo entero, no binarias y no conformes con su género. La escultura titulada Mil veces un instante está compuesta por 726 rostros de personas trans, 363 del Reino Unido y 363 de México, reunidas en un monumental bloque rectangular que de inmediato remite al tzompantli prehispánico que fue su fuente de inspiración. La pieza está dedicada a Karla La Borrada, amiga y colaboradora cercana de Margolles, asesinada en Ciudad Juárez en 2015, y cuyo caso está aún impune. Esta pieza, realizada con moldes de yeso a manera de máscaras en las que han quedo impresas las huellas personales de cada rostro de las personas convocadas a participar, tiene un carácter procesual pues, al estar expuesta a la intemperie, sufrirá cambios, alteraciones y su posible desintegración, como metáfora de la propia fragilidad e impermanencia del ser humano en el tiempo.
Teresa Margolles fue miembro del colectivo artístico SEMEFO (siglas del Servicio Médico Forense), un fenómeno único en el arte mexicano activo entre 1990 y 1999, que comenzó a trabajar con partes de cadáveres, órganos y fluidos obtenidos de manera legal e ilegal en las morgues. Al desintegrarse el grupo, Margolles ‒quien además estudió ciencias forenses‒ continuó su práctica artística de manera individual y se dio cuenta de que no necesitaba recurrir a las morgues cuando en las calles podía obtener su material de trabajo a partir de la escalada de asesinatos perpetrados por la guerra contra el narcotráfico. En la reciente Bienal de Venecia, concluida hace unos meses, presentó la pieza Tela venezolana, un gran lienzo blanco en el que se percibía la silueta de un ser humano impresa con la propia sangre de un
joven asesinado en la frontera entre Colombia y Venezuela.
La creación de Margolles tiene como premisa que “el cadáver que antes era una cosa privada se convierte en una cosa pública”. Su trabajo ‒por más duro y escalofriante que sea‒ tiene un cariz humanista, pues plantea la necesidad de reconstrucción de tantos seres humanos, de sus familias, e incluso de las propias ciudades que sufren día a día las consecuencias de la violencia y de la impunidad. “Yo hablo de la pérdida y el dolor en todo mi trabajo”, expresa la artista para resumir la complejidad de una obra de varias décadas que en su conjunto se puede considerar la representación de arte político más impactante de nuestro país, con el reconocimiento en los museos y bienales más destacados del mundo.