Bemol sostenido
- Alonso Arreola | @escribajista - Sunday, 08 Dec 2024 10:29
“¡¡Ya no están en su país!! ¡¿No saben leer?! Aquí no pueden hacer lo que les dé la gana; aquí se siguen las reglas y si no, los mando de regreso, metidos entre otros dos, bien apretados en un avión; así que dejen ya sus teléfonos… ¡¡están prohibidos!!” Así fue el recibimiento del agente de migración en el aeropuerto de Miami. Gritando a todo pulmón.
Luego de su perorata se sentó para vernos llegar al módulo de control y decir en voz baja, siempre en español: “No soy una mala persona, pero no entienden.” Su nuevo tono era de complicidad, como si hubiera jugado al falso villano. Entonces se nos salió una risa de la que inmediatamente nos arrepentimos.
Se puso serio otra vez. “No soy malo ‒repitió para luego enarcar las cejas‒pero igual los regreso a todos, no me importa.” Su acento era cubano, aunque claramente nació en Estados Unidos. Luego de tomarnos foto se despidió: “Disfruten.” Son los tiempos de Trump. Otra vez.
Los aires de la calle. Las gorras rojas. La memorabilia en los aparadores. Todo indica que la ciudad se congratula por el triunfo del hombre anaranjado. La razón no está en los famosos cítricos del estado sino en los hijos de inmigrantes isleños que, entre otros, temen perder sus privilegios frente a quienes arriban buscando futuro.
En los días subsecuentes hablaremos con meseros de la Pequeña Habana; con el barman del hotel; con dos conductores de Uber; con el hombre que renta patines y bicicletas en la playa; con algunos colegas que han llegado para asistir a la premiación de los Grammy, curiosamente devuelta a territorios de Emilio y Gloria Estefan.
Entre todas esas voces sonará la intolerancia a la diversidad, a los derechos de las mujeres sobre su cuerpo, a una distribución justa de los bienes y servicios del gobierno. Por ello y más, Miami no es un destino favorito. Raras circunstancias nos trajeron de regreso. Entregados a la improvisación musical, asistimos brevemente a un encuentro en la llamada Casa Spotify. Un coctel que busca integrar a músicos y gente de la industria lejos de reflectores, oficinas o escenarios. También fuimos a la popular fiesta de Los Producers.
Abocada a generar recursos contra el Parkinson y auspiciada por la Michael J. Fox Foundation (sí, la del actor de Volver al futuro, quien padece la enfermedad), es organizada anualmente por el premiado y talentoso productor argentino Sebastián Krys, quien hoy lucha con este y otros padecimientos. Allí pudimos confirmar las capacidades en directo de Juanes, Luis Fonsi, Leonel García y Los Rabanes, así como sorprendernos con la inspiración y talento de Agris, Joaquina, Mon Laferte, Vivir Quintana, The Warning, Fonseca y Cima Funk (el mejor de la noche). En sentido contrario, hay que decirlo, pudimos desalentarnos con las participaciones de Danny Ocean, Sabino, DannyLux, Caloncho, El David Aguilar, Jay de la Cueva y otros que, claramente, no estuvieron a la altura de la ocasión. Lo más triste en una noche energética y variopinta dedicada a los covers, empero, fue atestiguar cómo la enorme mayoría de los asistentes no prestaba atención al tinglado. Claramente estaba allí para decir que estuvo allí. Si la entrada se conseguía donando a la fundación (lo que hicimos), imperaba el acceso por relaciones públicas. Una lástima pese a la cifra recaudada.
Y sí. No le mentiremos, lectora, lector. También fuimos a brindar al Clevelander y a bailar al Mango’s, dos clásicos del Miami Beach más estereotipado y ordinario. Allí el casting de meseras y cantineros parece un trabajo propio de agencias de modelaje o ganadería. Nos tomamos un ron en la Little Havana viendo musicazos en combos reducidos (entre menos burros más olotes).
En fin. No volveremos. Sabiéndolo nos despedimos del único que al paso de los años mantiene su premisa, oscilando y entregando el otro ritmo de Miami: el mar. Precioso. Agitado. Siempre se puede confiar en él. No en nosotros. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.