Bemol sostenido

- Alonso Arreola | Redes: @escribajista - Sunday, 29 Sep 2024 09:46 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Fuensanta

 

Fuensanta tiene un talento descomunal. El mobiliario de su pecho crea mundos de verdadera originalidad, honrando su nombre de sanadora (inspiración perpetua de un tal Ramón López Velarde). ¿Suena exagerado? Sí. Pero estamos seguros: su obra crecerá, se hará expansiva y durará. Léanos y búsquela. O hágalo a un mismo tiempo para que vaya asintiendo o, mejor aún, para que se adueñe de su fruto con las referencias propias. ¿De quién hablamos?

Sea cantando, tocando el piano, el contrabajo o percusiones menores, el impulso de esta joven veracruzana avecindada en Ámsterdam ocurre desde la serenidad de un esfuerzo administrado con inteligencia natural. En ella toda técnica parece diluirse dando paso a lo relevante: una sustancia etérea pero concentrada. Llave de una realidad aparte.

Fuensanta sonríe mucho, además. Ello no estorba a su lógica interpretativa, a veces amorosa, a veces filosófica, continuamente fincada en una desolación de ensueño. Esa inclinación surreal también se aprecia en sus dibujos minimalistas, en el diseño del vestuario que porta o en la hechura de videoclips que la exhiben como artista total, antes del producto a transmitir. ¿Hablamos de su voz?

Fuensanta fluye con mecánicas de experimento controlado, lo mismo que en arroyos de improvisación libre. Lo que comparten ambos cauces es un sentido que juega y explora el desenfreno onírico (perdone la insistencia en ello, lectora, lector). Su timbre toma distancia ‒¡gracias!‒ de otras gargantas más o menos contemporáneas, también mexicanas, que se acostumbran a la ligereza. El suyo, por el contrario, se expresa con fuerza y definición encontrando la dulzura en otras geografías. A ello se suma la sensibilidad de su oído, una tesitura que puede encumbrarse y el entendimiento de estéticas variopintas.

Con el llamado Ensamble Grande, formado en los Países Bajos y que puede contener entre ocho y once personas, verbigracia, la compositora ahonda en el crepitar y chirriar de percusiones, voces y alientos acústicos. Es posible que se sume la guitarra, pero con ella desarrolla venas más jazzísticas en otros combos. Según vemos y entendemos navegando en las aguas de su canal ‒literal y metafóricamente‒, hay varias Fuensantas activas y en movimiento (¡también ha acompañado al tremendo Louis Cole!)

Amante de su tierra y de su lengua, se le puede ver renovando sones veracruzanos, decorando un mariachi contemporáneo o entonando a capela algo del repertorio latinoamericano. Es tan grande su curiosidad que nuestras referencias enloquecen.

“Eso parece de Tom Ze”, pensamos en un momento. “Lo de allá nos recuerda a Björk, a Jorge Drexler, a Fátima Miranda, a Amália Rodrigues, a Tori Amos…”, nos decimos, para luego abandonar las etiquetas, la búsqueda de asociaciones para un aire que inaugura nuevas galerías.

Es probable que Fuensanta ni siquiera conozca algunos de esos nombres… Estamos seguros, más bien, de que ella podría mostrarnos parajes ignotos del bosque contemporáneo. La buscaremos para entrevistarla. No la conocemos en persona pero tenemos conocidos en común, pues ambos contamos con familia en Xalapa.

Ya supimos de su madre bailarina y de su estudios en el extranjero tras pasar por el prolífico laboratorio de Jazz en la Universidad Veracruzana. Decidió quedarse en el Viejo Continente y, a pesar de sus visitas continuas, aún debemos sensibilizar a nuestras audiencias para que valoren el tamaño de su arte.

Por lo pronto, eso está ocurriendo en numerosos y lejanos países. Así que le repetimos: escúchela y, de paso, busque la poesía de López Velarde inspirada en la musa virginal de mismo nombre: “¡Quién me otorgara en mi retiro yermo/ tener, Fuensanta, la condescendencia/ de tus bondades a mi amor enfermo/ como plenaria y última indulgencia!” Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

 

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