Chomsky y el problema de Orwell

- Alejandro García Abreu - Sunday, 30 Jun 2024 08:28 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Noam Chomsky ha estudiado la obra del célebre escritor y periodista británico George Orwell (Motihari, India, 1903-Londres, 1950) y escudriña sus propuestas.

 

La disidencia y la lingüística

Chris Knight (Gran Bretaña, 1942) –autor de múltiples libros, activista, profesor de Antropología en la Universidad de East London e investigador de los orígenes humanos en el University College London– es experto en la obra de Noam Chomsky. Escribió Decoding Chomsky. Science and Revolutionary Politics (Yale University Press, New Haven, 2016) [Decodificando a Chomsky. Ciencia y política revolucionaria], volumen en el que estudia el legado de uno de los intelectuales más prestigiosos de los siglos XX y XXI. Knight se aproxima al quehacer de Chomsky desde dos particularidades: su consolidación como el fundador de la lingüística moderna y su naturaleza de disidente político. El antropólogo británico destaca las denuncias de la política exterior estadunidense realizadas por Chomsky y encomia sus teorías sobre el lenguaje y la psique.

En Science and Revolution [Ciencia y revolución], Knight evoca “el problema de Orwell” concerniente a Chomsky. Rememora que en El conocimiento del lenguaje, su naturaleza, origen y uso (traducción de Eduardo Bustos Guadaño, Alianza Editorial, Madrid, 1989), Noam Chomsky plantea:

El problema de Orwell consiste en explicar cómo conocemos y comprendemos tan poco, a pesar de que disponemos de unos datos tan ricos. Como a otros muchos intelectuales del siglo XX, a Orwell le impresionó la capacidad de los estados totalitarios para imbuir creencias firmemente sostenidas y ampliamente aceptadas, aunque carentes por completo de fundamento y a menudo en flagrante contradicción con hechos obvios del mundo circundante. El problema es mucho más amplio, como prueba suficientemente la historia de los dogmas religiosos. Para resolver el problema de Orwell, hemos de descubrir los factores institucionales y de otras clases que bloquean la captación y la comprensión en ámbitos cruciales de nuestras vidas y preguntarnos por qué funcionan.

John Nichols –corresponsal de The Nation– dijo que Chomsky leyó el prólogo a Rebelión en la granja, que no fue incluido en la primera edición del libro. Es un análisis crítico y satírico del enemigo totalitario. Pero después se dirige al pueblo de la Inglaterra “libre” y espeta: “No deberían sentirse demasiado moralistas.” Orwell supo que en Inglaterra, un “país libre”, las ideas impopulares pueden suprimirse sin el uso de la fuerza. Como ejemplos utiliza a la prensa –propiedad de individuos ricos que no quieren que se expresen ciertas ideas– y a una “buena educación”: hay cosas que no piensas o no dices. Es el resultado de una “educación eficaz”, de un adoctrinamiento.

George Orwell y Platón

Chomsky contrasta “el problema de Platón” con el de George Orwell: “Así pues, el problema de Platón consiste en explicar cómo conocemos tanto teniendo en cuenta que los datos de los que disponemos son tan escasos.”

Para Chomsky, el culto del Estado adoptó el carácter de las formas primitivas en los totalitarismos. Los elementos utilizados para promover la pasividad y el conformismo se basaron en un control centralizado. Pero el problema de Orwell, comenta el pensador de Filadelfia, existe también en las sociedades democráticas, en que la violencia en inauditas ocasiones se usa para garantizar la sumisión. Estas sociedades están sólidamente establecidas en las doctrinas del culto del Estado y son ampliamente compartidas. La intelligentsia elabora y propaga los sistemas de poder. El autor estadunidense investiga y comprende el funcionamiento de las instituciones dominantes, y considera el dictum orwelliano: “la ignorancia es poder”. Chomsky asevera:

El problema de Platón es profundo e intelectualmente excitante; en contraste con él, me parece que el problema de Orwell lo es mucho menos. Pero a menos que lleguemos a comprender el problema de Orwell y a reconocer su importancia en nuestra vida cultural y social, y a superarlo, existen pocas probabilidades de que la especie humana sobreviva el tiempo suficiente para descubrir la respuesta al problema de Platón o a otros que desafían nuestro intelecto y nuestra imaginación.

Chris Knight recurre a los dos cuestionamientos. ¿Cómo sabemos tan poco? Es el problema de Orwell. ¿Cómo sabemos tanto? Es el problema de Platón. Y me pregunto: ¿los humanos subsistiremos el tiempo suficiente para conocer la respuesta al problema platónico tras comprender el dilema orwelliano?

 

 

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