Biblioteca fantasma

- Evelina Gil - Sunday, 05 May 2024 13:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Las encrucijadas de Bruna Vals

 

¿Qué tanto hemos sobreestimado ese estado difuso que algunos llaman “felicidad” y bien podría no existir… al menos, a largo plazo? Esta y otras interrogantes surgen a través de mi lectura de Bruna, primera novela de la prolífica poeta madrileña Beatriz Russo (1971). Era muy común que las novelas decimonónicas llevaran por título el nombre de las protagonistas, supongo que porque el desarrollo de la historia es acaparado por el punto de vista de ellas. Este, definitivamente, es el caso de la que nos ocupa, donde habremos de acompañar a Bruna Vals de la primera a la última línea.

Bruna (Lince, Malpaso, 2021) narra de manera excepcional y muy cinematográfica no la historia sino la vida cotidiana de una mujer harto conflictiva que, en apariencia, posee todos los atributos para sentirse mínimamente satisfecha o conforme consigo misma. Bella y muy fitness, alta ejecutiva de una firma bancaria y con un guardarropa que abarca una habitación completa. Pero Bruna está sola. Y sola vive en un bonito departamento… porque quiere, o eso supondría cualquiera. A menudo alude a su reloj biológico pues se aproxima a los cuarenta años. Pero Bruna no nació para ser madre, ni siquiera expresa gusto por los niños. ¿Por qué su inconsciente le hace ese tipo de jugarretas, recordándole que el tiempo para la maternidad se agota? ¿O será que asocia la fertilidad con la juventud y la juventud con la belleza? ¿Qué diablos pasa con Bruna que, a cada momento, pareciera autosabotearse, básicamente en su vida amorosa?

La que nos ocupa es una novela mucho más seria y mórbida de lo que parece. Salvo instantes muy específicos, la narradora no externa mucha simpatía por su protagonista y la somete a una inclemente autopsia psicológica. Bruna es una mujer que se solaza en pequeñas infamias y venganzas. Lleva una rutina implacable tanto en el gym como en su oficina. En algún momento recibe una llamada obscena que, en principio, le permite descargar la furia que ha acomulado en el trabajo pero, tras repetirse, termina por convertir a “su pervertido” en una especie de confidente de los dolores que no comparte con nadie más, sin imaginar quién se encuentra detrás de esa voz. Tras una circunstancia escandalosa, Bruna termina embrollándose con Carlos, hermano de una compañera de trabajo. Todo parece indicar que la protagonista ha encontrado la estabilidad y, si he de ser honesta, en el fondo esperaba que Bruna fuera a perpetuidad esa suerte de antiheroína medio histérica y cargada de frustraciones y rencores. Pero… ¿quién dijo que una mujer profundamente dolida, habituada a protegerse bajo una máscara de cinismo, saldrá transformada de un intento de relación estable?… ¿Y quién dijo que Carlos, con todo y sus hermosos detalles y su exquisita delicadeza, estaría libre de defectos, no demasiado complementarios con los de Bruna? Para los románticos de clóset, sin embargo, hay que señalarles que, con todo, la relación resulta harto satisfactoria en el aspecto erótico.

Bruna es una novela cargada de volteretas emocionales y sucesos inesperados. Su protagonista pasa por situaciones alucinantes que subrayan su condición de mujer no tan empoderada como ella tiende a suponer: desde el acoso de un vecino obsesionado con su vida sexual, pasando por un asalto “sexy” en los baños del gym y una humillación en los baños de un elegante restaurante. Bruna, en efecto, no es tan empoderada, pero sí una mujer fuerte y, sobre todo, muy verosímil. Y justo cuando su historia parece encaminarse a un final convencional, el lector se encontrará con la sorpresa de que Beatriz Russo es poseedora de una malicia que no le permite condescender. Estamos ante una novela que, del mismo modo que estudia a su protagonista, escarba en las emociones más recónditas de su lector. La prosa, por otro lado, exhibe a la gran poeta del otro lado: “Un abrazo es perderle el miedo a la muerte y al olvido. Un abrazo es un modo perfecto de sentir su propio cuerpo.”

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