(1946-2024) Jorge Aguilar Mora: la playa de la memoria

- Ernesto Reséndiz Oikión - Sunday, 21 Jan 2024 07:43 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Este artículo recuerda algunos aspectos la vida del recientemente desaparecido Jorge Aguilar Mora (1946 -2024), profesor universitario, ensayista, poeta y narrador, originario de Chihuahua, discípulo de Sergio Fernández (1926-2020) en México, y de Roland Barthes (1915-1980) en Francia, donde salió al exilio después de los acontecimientos de 1968. En 2015 ganó el Premio Xavier Villaurrutia.

 

En el último viaje que Jorge Aguilar Mora hizo a México en septiembre de 2023 platicamos largo y tendido, sobre todo de su amistad con el autor cubano Severo Sarduy. Me contó que escribió al alimón con Sarduy un guión de una película que jamás se filmó y cuyo crédito nunca le dieron cuando una parte del guión se publicó, según él recordaba, en la Revista de la Universidad de México. Busqué en el sitio web de la revista pero no pude dar con la publicación; también busqué en la bibliografía de la Obra completa de Sarduy, y tampoco vi alguna referencia al guión, y así se lo comenté a Jorge.

Contó que Manuel Ávila Camacho López lo buscó a él y a Severo Sarduy para hacer un guión de La playa, que inicialmente fue una pieza de radio de Sarduy producida en 1969 y que luego el cubano convirtió en una obra de teatro. Jorge viajó a París para trabajar con Sarduy en el guión fílmico y Manuel Ávila Camacho López pagó los gastos del proyecto, pero el acuerdo verbal jamás fue que Jorge sería un escritor fantasma, ni que Manuel Ávila Camacho López tendría derechos de autor de una creación que no hizo. La sorpresa y enojo de Jorge fue tal al ver una parte del guión publicada sin su crédito, que en cambio se apropiaba Manuel Ávila Camacho López, que lo llevó a reclamar su coautoría a Carlos Montemayor, quien entonces era jefe de redacción de la Revista de la Universidad de México. Montemayor hizo oídos sordos a la queja de Jorge y así permitió que la atribución indebida quedase sin aclaración o enmienda alguna. Manuel, hijo de Maximino Ávila Camacho, resultó tan ladrón como su padre y como su tío, el expresidente de México.

El académico Ricardo Vázquez-Díaz, profesor de la Universidad de Salisbury, en Maryland, en un ensayo titulado “Multifonía, silencio y erotismo en ‘les plages’ de La playa (1966-1970)” publicado en su sitio web “Listening to Severo Sarduy. Soundscapes and Sonic Imaginaries”, el 3 de enero de 2022, ofrece información valiosa sobre la pieza radiofónica La playa, pues señala que “tuvo una acogida positiva en la crítica francesa que se inició con un artículo de M. Michel en Le Monde (28 de enero de 1970) que reconoce la dificultad y belleza de la obra, así como sus conexiones con el barroco. Los elogios repetidos a la versión radial y los premios obtenidos contrastan con las críticas negativas que recibirá, tanto en Alemania como en Francia, su versión teatral. Había sido creada para el medio sonoro, lo cual explicaría también por qué nunca se emitió la versión televisiva del mexicano Manual Ávila Camacho López”.

En un libro con el anodino título 10 entrevistas, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) en 1975, Manuel Ávila Camacho López incluyó una entrevista que le concedió Severo Sarduy. El cubano también le dio una entrevista por escrito a Jorge Aguilar Mora, publicada bajo el sugerente título: “Cobra, barroco y otras palabras”, en el número 385 (25/VI/69) del suplemento La Cultura en México. En aquel diálogo por escrito, Sarduy afirmaba que “en esa página en blanco es donde creo que el escritor coloca su transgresión. Mejor dicho, no creo que la transgresión sea aquella de ‘la denuncia social’ porque en última instancia esta protesta es codificada inmediatamente por la sociedad. Lo que ésta no puede codificar, asimilar, es el rompimiento de su concepción del lenguaje, lo que no puede soportar es el cambio de las leyes del discurso”.

Jorge Aguilar Mora, al igual que Sarduy, escapó de la concepción de la función social de la literatura como denuncia social, su único compromiso era con su libertad creadora. Ello no implica que su obra tenga un profundo sentido político como se descubre en la novela Si muero lejos de ti, publicada por Joaquín Mortiz en abril de 1979.

En una nota inicial de la obra apunta: “Durante los años de su escritura, la primera ambición de esta novela fue siempre el ser escrita por todos. Todos prometieron escribirla; pero el transcurso azaroso de las estaciones hizo imposible llevar a cabo esa ilusión. De todos quedaron dos: Rosario Ferré y Severo Sarduy. Una parte de su cuerpo, una parte de su escritura, entregaron ellos a esta novela: cada uno contribuyó con un capítulo. Qué capítulos son, no es necesario indicarlo; ellos lo saben, lo sabe el texto, y lo sabrán todos, mientras este cuerpo siga creciendo.”

 

Con el ’68 en la memoria

En el cuerpo de la novela el ’68 palpita en la memoria de los personajes: “Más allá de París están muriendo los angoleños y los kurdos y los palestinos, carajo, y nosotros seguimos aquí, asumiendo todo lo que nos deja la herencia de la sabiduría, del buen gusto, de eso me mantengo yo. Carajo. Los tanques están por Insurgentes y los que van allá abajo ¿cómo terminarán?”

El artista Miguel Ventura es autor del dibujo para la portada de Si muero lejos de ti. Un dibujo abstracto que combina recuadros de colores y un texto que repite obsesivamente los nombres del autor y el título. Algunos de los libros de la biblioteca de Jorge los conserva Miguel Ventura. Jorge Aguilar Mora fue el hermano mayor que él nunca tuvo y que sí tuvo gracias a la fuerza de la amistad.

En sus viajes a Ciudad de México, Jorge Aguilar Mora siempre se hospedaba en el Hotel El Diplomático. Algunas veces acompañé a Miguel Ventura a recoger o a llevar a Jorge al hotel de la avenida Insurgentes. Disfruté enormemente sus pláticas en estos años, a la vez divertidas y eruditas. Aguilar Mora nos contó que su maestro Sergio Fernández, en una acción retorcida, le hacía llegar cartas anónimas donde hablaba de su otro maestro, Antonio Alatorre. Sergio Fernández usó esos papeles como material creativo para la escritura de su novela Los peces, donde aparece el sacerdote Antonio. Cuando leyó la novela, Alatorre se reconoció en el personaje y así se lo comunicó a Jorge. Por fin se había descubierto quién escribía aquellas cartas anónimas. El personaje del sacerdote Antonio hizo eco en el recuerdo del seminarista Antonio Alatorre.

En la novela homoerótica La migraña, Alatorre narra su educación en el Seminario de Tlalpan. Cuando releí la novela de Alatorre me emocionó toparme a Jorge Aguilar Mora en la narración, sólo mencionado como Jorge Aguilar.

Jorge contó que cuando fue detenido en 1968 por ser representante de la asamblea estudiantil de El Colegio de México, Sergio Fernández, que había sido su profesor en la Facultad de Filosofía y Letras, batalló mucho para intentar sacarlo de la cárcel. Sus intentos fueron infructuosos, pero el empeño valiente de Sergio honra su memoria. Gracias a otros esfuerzos, como los de Alba Rojo, Jorge Aguilar Mora quedó libre, pero tuvo que salir del país.

En el Jardín Pushkin, que en aquel 1968 era el Parque Colima, Jorge me señaló el punto exacto donde se metió a la cajuela del carro de la agregada cultural de la embajada francesa, quien lo llevó directamente al aeropuerto. “Fue lo último que vi de México”, me dijo. Gracias a una beca de Francia, Jorge salvó la vida.

En octubre de 1968, Jorge Aguilar Mora llegó a París, gracias a la beca que había ganado y que fue su boleto de salvación. En la capital francesa se entrevistó con Roland Barthes, quien sería su maestro. En su libro La otra Francia, Aguilar Mora recuerda ese encuentro: “Por teléfono, la cortesía de Barthes fue corazonadora. Y la entrevista en su estudio de la calle Servandoni fue muy breve, quizá porque había interrumpido su ejecución de una sonata de Scarlatti”. Barthes lo invitó a un coctel donde Jorge conoció a Louis Aragon y a Severo Sarduy. Otra vida empezaba para Jorge. El viernes 5 de enero de 2024 murió Jorge Aguilar Mora en Bethesda, Maryland, según compartió su hijo Diego a los amigos de Jorge. Estaba por cumplir setenta y ocho años, pues nació el 9 de enero de 1946 en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua. La obra que construyó Jorge Aguilar Mora a lo largo de décadas es profunda, generosa y erudita, fuera de serie en la literatura mexicana. Ojalá próximamente su novela Puentes, dedicada a su esposa Lauretta Clough, pueda verse publicada como fue su deseo.

 

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