Cinexcusas

- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 15 May 2022 01:58 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Elitismo, pequeñez y frivolité (I de II)

 

Son cuatro los aspectos más destacables de Don’t Look Up (2021) –título indistintamente traducido como No mires arriba o No miren arriba, pero quizá mejor como No mirar arriba–, filme escrito, coproducido y dirigido por el estadunidense Adam McKay que, curiosamente y no sin ironía, en redes cibernéticas sobre todo, y algo menos en los medios hoy conocidos como “tradicionales”, causó un revuelo nada desdeñable.

Esos cuatro aspectos o, quizá mejor dicho, subtemas, si uno se ciñe a la idea de que el tema central de la película es la extinción de la vida en la Tierra, y sin orden jerárquico puesto que son presentados con idéntico peso específico en la trama, serían los siguientes: a) la preeminencia del valor económico-material sobre de cualquier otro posible, comenzando por la ética y concluyendo, de manera dramática, con el mismísimo instinto de supervivencia; b) la asimilación total del elitismo como determinante social, desde luego, con la cúpula de quienes detentan el poder económico mundial por encima de todos los demás, sean seres humanos, animales o plantas; c) la frivolización de absolutamente cualquier asunto, incluida la desaparición de la humanidad entera; y finalmente d) la igualmente total asimilación del hecho de habernos convertido, unos más y otros menos pero todos sin excepción posible, en expresiones concretas de la abstracción algorítmica que dibuja perfiles de personalidad, gustos, preferencias, deseos, esperanza de vida y cualquier otra actividad o condición otrora perteneciente al libre albedrío.

Bísnes ar bísnes

Aunque de hecho podría decirse que permea la trama de principio a fin, el primero de los subtemas mencionados –la preeminencia del valor económico-material– se afinca con claridad tajante cuando un personaje llamado Peter Isherwell (Mark Rylance estupendo, como muchos otros en la cinta) decide que el asteroide recientemente descubierto y en ruta de colisión directa contra la Tierra, no será desviado de su trayectoria sino fragmentado para así poder aprovechar la ingente cantidad de elementos químicos que contiene, mismos que serán acaparados por su tentacular empresa, llamada Bash, pero diciéndole al Mundo que será Estados Unidos quien aprovechará esos recursos según eso para beneficio de toda la humanidad a través de desarrollo tecnológico, empleos, mejores remuneraciones, etcétera. Es el propio Isherwood, una deliberada alusión icónica que mixturiza en un solo personaje a Bill Gates, Elon Musk y otros oligarcas por el estilo, quien se niega a verse a sí mismo como lo que realmente es, un simple depredador empresarial, para verse en cambio, megalomaniacamente, como el fundador de una nueva era para los seres humanos.

Los que son más iguales que los demás

Cuando la parafernalia de los artefactos espaciales de la compañía Bash falla en su cometido de fragmentar al asteroide se pone de manifiesto el punto b), es decir, el elitismo, aquí expresado en su faceta más salvaje: habida cuenta de que permanecer en la Tierra equivale a ser extinguido, el plan “b” consiste en salvarse él –Isherwood– junto con un puñado de poderosos que incluyen, como no podía ser de otro modo, a los magnates del petróleo, la tecnología y otras ramas económicas, así como al menos a un miembro de la política, para el caso la presidenta de Estados Unidos –encarnada muy bien por Meryl Streep–, quien previamente fue presentada de acuerdo, como a, para el dominio público, es en realidad cualquier mandatario del llamado Primer Mundo: en calidad de empleada, dócil y obsecuente, de quienes realmente tienen el poder.

En un guión tan sólido como el de Don’t Look Up destaca, para mal, lo que de todos modos puede considerarse una pifia menor: que alguien, Isherwood o la presidenta, se hayan “tentado el corazón” para ofrecerle al astrónomo Randall Mindy (Leonardo Di Caprio, como los buenos vinos), el primero en calcular la trayectoria del asteroide y el tiempo que tardaría en colisionar con el planeta, un lugar en la nave espacial salvadora de la élite. Parecería necesario para el desenlace del personaje, pero en realidad no es así. (Continuará.)

 

Versión PDF