Biblioteca fantasma

- Eve Gil - Sunday, 24 Oct 2021 10:38 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Contra la hipocresía

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Sólo seremos más sabias si seguimos dejando de ser otras cosas…

G. D.

Glennon Doyle Melton (Virginia, 1976) ha transitado un largo y espinoso camino desde que abrió un blog cristiano de consejería para amas de casa, pasando por un par de exitosos libros de “autoayuda” enfocados en mejorar la vida conyugal y familiar, hasta su más reciente libro que tuvo el valor de firmar con su nombre real, obviando el apellido de casada: Indomable, autobiografía en tono ensayístico y que, sin renegar de manera absoluta de su postura del pasado, devela, entre otras cosas, la hipocresía sobre la que se sustentaba aquella imagen de esposa perfecta de los suburbios que atiende a sus hijos sin dejar de lucir espectacular. Hasta que dos eventos sacudieron su existencia: el primero, escuchar durante una terapia de pareja, de propia boca de su esposo, un modelo de nombre Craig Melton, que la había estado engañando “desde el primer día de casados”.

Pese al trauma que aquello significó, así como su posterior y fracasado esfuerzo por sacar a flote lo que pudo quedar de su mentira perfecta, Glennon hizo acopio de todas sus fuerzas para no recaer en la drogadicción en la que vivía inmersa al instante de saberse embarazada de su hijo mayor. Hizo frente a sus lectoras habituales y declaró que sus libros de valores domésticos eran ficción pura. La situación habría de complicarse todavía más cuando, durante un coctel de su editorial, apareció la criatura más espectacularmente bella que había visto, y se enamoró a primera vista… de otra mujer: la futbolista Abby Wambach. Aquello no sólo revolucionó su existencia, también su forma de escribir: “En cuanto aquellas de nosotras que no fuimos consultadas sobre la construcción del orden visible, poner en marcha la imaginación es el único modo que tenemos de ver más allá de lo que se creó para dejarnos fuera.”

Me reconozco lectora flexible. El placer que origina la lectura puede pasar por varios tamices, desde el estético y el cognitivo, pasando por el recreativo, el emotivo, el consolador y el compensador, estos dos últimos generados por los buenos libros de “autoayuda”, cuyos autores, por lo general, son filósofos y no psiquiatras. Indomable (Urano, 2021) tiene mucho de cada uno de estos elementos, porque también transmite sabiduría. Mucha se requiere para empezar de cero, tras haberte instalado en una “zona de confort”, cuando descubres que lo que realmente deseabas no era lo que creías tener, sino algo que tu formación religiosa o tu condición de mujer no te permitía imaginar siquiera. Glennon pasó por una etapa de rebeldía en la adolescencia, misma que la llevó a experimentar con drogas duras… y de ahí brincó a madre y esposa ejemplar. Ser esa esposa maravillosa al lado de otra mujer, la llevó a recorrer de nueva cuenta un camino arduo. A diferencia de la autoayuda convencional o arquetípica, se centra en los “qués” y no en los “cómos”, como hace la “literatura seria”, si tal cosa existe, si bien, como en el tan menospreciado género, Indomable remolca una consigna: “Cada vez que puedas elegir entre decepcionar a otra persona o decepcionarte a ti misma, tu deber es decepcionar al otro.” Se trata asimismo de una crítica demoledora contra los llamados “valores estadunidenses” y la hipocresía que hoy se pasa por un filtro de fustigación normativa y vindicación social. Lo inmoral, nos dice Glennon, es negar que llevamos el veneno del racismo adentro… no admitir que se nos ha envenenado y debemos desintoxicarnos.

Y vaya que Glennon decepcionó a muchísima gente, empezando por sus antiguas lectoras que continúan buscándola para echarle en cara que se haya “convertido” en lesbiana y, ¡peor!, feminista, aunque la militancia de esta singular autora se orienta en socorrer a madres, cabezas de familias envueltas en crisis humanitarias alrededor del mundo, a través de una asociación llamada Together Rising. No es casual, ni exagerado, que Oprah Winfrey la considere una heroína.

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